La siguiente manera de empezar por uno mismo para ir a los demás es practicando la asertividad. Hay muchas definiciones de este concepto y todas concuerdan en referirse a la asertividad como la capacidad o habilidad de una persona de expresar sus ideas, pensamientos, opiniones y sentimientos respetándose a sí mismo y a los demás.
La asertividad es como el punto medio entre dos maneras de ser extremas, la manera de ser agresiva y la manera de ser pasiva, porque la persona expresa lo que siente sin agredir a los demás ni tampoco dejando que otros la agredan. Es la manera ideal de relacionarnos y comunicarnos con los demás de tal forma que todos nos sintamos respetados.
En el extremo agresivo, la persona no respeta a los demás, ya que suele imponerse de cualquier forma sin tener en cuenta los sentimientos de otras personas. Los que actúan de manera agresiva normalmente lo hacen a través de insultos, amenazas, humillaciones, utilizando el sarcasmo y la violencia. Estas personas dicen lo que piensan de una manera que denigra, intimida o daña a la otra persona. Para la persona agresiva, la opinión y los sentimientos de otros no es tan importante como los suyos.
En el otro extremo tenemos al pasivo o al sumiso y es la forma de ser que voy a tratar más en esta lección ya que es una manera de ser muy malentendida. Es malentendida porque muchas personas han crecido con la idea de que ser de esta manera es lo correcto, de que el agresivo es malo y el sumiso es bueno. Esto no necesariamente es así. El extremo del ser sumiso tampoco es "bueno", puesto que se sigue sin tener en cuenta los derechos y necesidades de una persona, en este caso, tú mismo.
Las personas que están en este extremo son las que suelen poner en primer lugar las necesidades, deseos y derechos de los demás descuidando los propios. Son las que evitan decir lo que piensan por temor a herir los sentimientos de los demás o temor a lo que puedan pensar. Son aquellas que dicen sí a todo lo que se les pide, aún si no pueden cumplirlo. Son las que buscan complacer a todos, obtener la aprobación de todas las personas y cumplir con las expectativas de los demás. Son las que dan más de lo que deberían.
Estas personas a menudo se sienten agotadas y sobrecargadas, pero les cuesta decir que no. Se sienten egoístas si dicen que no. Piensan que siempre deben poder cumplir con los demás.
María creía que actuaba de esta manera en varias ocasiones.
"Yo siempre soy la buena, la que dice sí a todo, la que no tiene problema para nada, la que no le importa nada, la que nunca se molesta para nada, la que todos se aprovechan"
Nunca podrás sentirte bien si buscas siempre la aprobación de los demás porque nunca vas a poder dar el gusto a todos. Lo que sea que hagas, no puedes esperar que todas las personas te lo aprueben. Eso es muy difícil, y diría que casi imposible, porque todos pensamos de manera diferente.
No es ridículo ni malo buscar la aprobación de las personas, especialmente si son personas que quieres. El problema se puede dar cuando dejas de lado lo que tú quieres o cuando sufres por no cumplir las expectativas de los demás. Es importante que también pienses en lo que tú quieres. Es importante que también busques tu aprobación puesto que también es válido lo que sea que desees.
Si siempre dices sí a todo, terminarás agotándote y resintiendo a los demás como le pasó una vez a María:
"¡Me cansé de ser así! ¡No quiero que nadie se aproveche de mí!... Yo siempre me tengo que aguantar todo, siempre tengo que complacer a todo el mundo"
"¡Estoy harta de los demás! Estoy cansada de estar pendiente de lo que piensan. Es como si siempre necesitara de su aprobación para realizar mis cosas"
Si tú te dedicaras a ti lo suficiente y a los demás también lo suficiente, no estarías "harto" de los demás. El problema se puede dar cuando tú estás dando más de lo que puedes dar. No pasa nada si dices que no algunas veces.
Sí. Seguramente te enseñaron que hay que decir que sí a todo lo que te pidan, que siempre debes estar dispuesto a ayudar, que siempre debes hacer favores a los demás. No hay nada de malo en esto. No me refiero a que empieces a decir que no. A lo que me refiero es a que pongas límites y a que también tengas en cuenta tus necesidades. El secreto está en saber diferenciar cuando estás dando más de lo que deberías y cuando estás yendo en contra de tus necesidades o de tus deseos. Esto es algo muy difícil de detectar al comienzo. Quizás te preguntes: ¿Cuándo estará bien decir que no? ¿Cuándo estará bien decir que sí? ¿Cómo sé si estoy siendo egoísta al decir que no?
Considera las siguientes situaciones:
Situación 1: Juan debe presentar una tarea muy difícil para el día siguiente. Todavía le falta mucho. Su hermano le pide ayuda para ordenar su habitación ya que su madre se lo había pedido. Pero Juan no tiene mucho tiempo para ayudar a su hermano ya que sí o sí debe terminar esa tarea.
Situación 2: Lorena se está preparando para ir al cine con sus amigas. Su hermana está enferma con reposo y se siente muy mal. Le pide a Lorena que se quede con ella para ayudarla ya que no hay nadie más en la casa.
En estas dos situaciones Juan y Lorena deben decidir si dicen que sí a lo que le piden sus hermanos. ¿Qué harías si estuvieras en el lugar de Juan? ¿Y en el de Lorena?
En la primera situación, tanto Juan como su hermano tienen cosas importantes que hacer. Si analizamos bien, tal vez no es tan urgente ordenar la habitación del hermano, pero sí lo es para Juan entregar la tarea para el día siguiente. Juan no estaría siendo egoísta si le dijera a su hermano que no puede ayudarlo en ese momento porque también tiene una obligación que cumplir.
En la segunda situación vemos otro escenario diferentes. Lorena va a ir al cine con sus amigas. La hermana está muy enferma y la necesita. Sabemos que cuando uno está enfermo no puede realizar muchas cosas. Quizás Lorena pueda decir a sus amigas que en ese momento no puede ir al cine ya que su hermana la necesita ahora. Ir al cine no es una actividad urgente y no es que dejará de ir, sino que lo hará en otra ocasión. En este caso, Lorena podría decir que sí a su hermana.
Por supuesto que estas situaciones pueden darse de manera diferente. La idea es descubrir qué es más importante en ese momento. A veces lo que tú tengas que hacer será más importante que lo que otros tengan que hacer, y al revés. Es importante que tú puedas aprender esta diferencia y poner límites, ya que puede haber personas que te hagan sentir culpable si es que no cumples con sus deseos y demandas, como le sucedía a María:
"Siempre me siento culpable de todo lo que pasa. Siento que yo soy la mala y que debo pensar más en los demás... Todos me dicen que debo pensar en los demás"
Y esto también puede pasarte. Podrán decirte que eres egoísta y que debes pensar más en los demás, pero ahora tú sabes que pensar en tus necesidades y deseos no es egoísmo. Recuerda que es empezar por uno mismo para ir a los demás. Hoy por mi mañana por ti.
Te recomiendo que puedas investigar más sobre el concepto de la asertividad y cómo aplicarlo a tu vida y a tus relaciones. Te aseguro que si practicas más la asertividad, podrás tener mayores relaciones positivas.
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Corazón que aprende lección que permanece
Non-FictionCreo que muchas personas coincidirían conmigo en afirmar que la etapa de la adolescencia, entre los 11 a 18 años aproximadamente, es una etapa particularmente difícil por todos los cambios que se van dando y las experiencias que a uno le toca vivir...