Capítulo 13

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Los príncipes caminaban con los guardias a sus espaldas. Todas las miradas se posaban en ellos, pues ya sabían que aquel rubio era el omega del rey, todos veían sorprendidos y se preguntaban qué hacía caminando como si fueran unos simples pueblerinos, en vez de ir en un carruaje.

Los dos pudieron ver un lugar con frutas y verduras, estaba algo lejos por lo que Matthew comenzó a correr, a pesar de los gritos de Taerae, pidiéndole que se detuviera. Al llegar, no puede ver al rubio por ninguna parte, pero sabía que no sería difícil encontrarlo, pues su ropa se podía distinguir.

Matthew llegó al puesto y se puso a ver todo, las frutas estaban un poco pasadas pero no le importó. Aquel puesto se encontraba en la parte exterior del pequeño mercado, por lo que decidió entrar y ver qué cosas podía encontrar allí.

Llegó a una pequeña pastelería y decidió entrar, al hacerlo, llamó la atención de todos los clientes que se encontraban ahí y del mismo dueño de la tienda. Todos se inclinaron al reconocer que era el omega del rey. Matthew, un poco incómodo, se acercó a donde había bolsas de harina y algunas galletas y pan.

-Su majestad, ¿busca algo en especial? -el dueño de la tienda se acercó.

-Quiero diez cajas de galletas. -sonrió.

-¿Diez? -pregunta sorprendido.

-¡Sí! Son para los niños del orfanato. -dijo con emoción, pareciendo un niño pequeño.

El príncipe tomó las diez cajas de galletas que quería y también se dirigió hacia otro lado, donde había dos pasteles grandes.

-Quiero esos pasteles? -apunta hacia los dulces.

-¿Los dos? -pregunta con sorpresa.

-Si, ¿cree que es mucho? -hizo un puchero.

-No... es sólo que me he sorprendido. Nadie compra los pasteles, son... demasiado costosos.

-Pues yo me llevaré los dos pasteles. -sonrió, pero su sonrisa desapareció cuando la puerta se abre bruscamente y Taerae aparece con un rostro preocupado.

-¡Matthew! -el pelirosa se acercó al rubio. -No te vuelvas a ir corriendo. -dice jadeando.

-Lo siento. -susurró.

-No es nada, sólo tuve que correr hasta aquí. -sonrió. -Los guardias se quedaron afuera, tenemos el tiempo que queramos.

-De hecho... yo ya pedí lo que quería. -el omega menor sonrió tímido.

-¿Qué pediste? -pregunta, pero de repente se calla al ver las diez cajas de galletas y a un hombre que se acercaba con dos pasteles. -¿¡Has pedido dos pasteles!? -preguntó sorprendido.

-Si... -sonrió nervioso. -Carga estas cajas, yo llevaré los pasteles.

Ambos príncipes tomaron las cosas, Matthew pagó y fueron de regreso al orfanato. Los guardias, al verlos cargar cosas pesadas, se ofrecieron a llevar todo, pero Matthew se negó y Taerae siguió cargando las cajas.

Cuando llegaron, todos los niños se pusieron a gritar al ver los pasteles y las galletas, y las omegas que trabajaban ahí, se sentían agradecidas.

Ya era de noche y ambos omegas se encontraban en el carruaje, regresando al castillo. Taerae estaba un poco decepcionado, pues no habían podido ir a todos los lugares que quería, pues habían pasado más tiempo de lo planeado en aquel orfanato, pero no se arrepentía de nada.

Matthew enserio quería hablar con Jiwoong acerca de lo mal que estaba el pueblo, pero sabía que no lo escucharía, aunque igual haría el intento.

Cuando Matthew se puso su pijama, se dirigió a su habitación, entró y vió al rey sentado en la cama.

-Tardaron mucho. -Jiwoong suspiró al verlo llegar.

-Lo siento, nos entretuvimos bastante. -sonrió, acostándose en su lado de la cama.

-¿Qué hicieron?

-Fuimos al orfanato. Todos los cachorros estaban felices de vernos. -rió al recordar a todos los pequeños corriendo. -¡Hasta había algunos que estaban en su forma de lobo.

-Si tan feliz te hace, ve más seguido al orfanato. -fue lo único que dijo.

-Si... sobre eso, quiero pedirte un favor. -se puso más serio.

-¿Pasó algo malo? -levantó una ceja, confundido.

-De hecho si.

-¿Qué fue lo que pasó? -también se puso serio y entrecerró los ojos.

-Verás... Taerae y yo estábamos en el momento en el que les dieron de comer. comenzó a explicar. -Al momento de ver lo que comían yo... -se le empezaron a cristalizar los ojos. -¡Yo no podía creerlo! Era tan poco lo que comían... y cuando fuí a las habitaciones, las camas eran tan pequeñas... las que trabajaban ahí dijeron que dormían dos niños por cama. -seguía llorando, y Jiwoong al verlo, lo abrazó. -Yo... me sentí tan mal. Las trabajadoras me dijeron que era tan poco el dinero que recibían... Yo adoro a los niños, y pensar que comen tan poco y que tienen mala vida... hace que me sienta muy mal.

-Esto es mi culpa. -susurró el rey. -Jamás me preocupé por el pueblo, siempre fui egoísta y mal rey, pero te juro que cambiaré... por ti.

My King (zb1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora