Capítulo 8.

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Estaba entrando en pánico, porque ya estaba a punto de salir de la aldea y tenía miedo de que alguien se diera cuenta. Por su vestimenta, sabían a dónde quería ir y quizá la querrían acompañar o impedir entrar. Cualquiera de las dos opciones, le arruinarían sus planes.

- Por favor. - rogó en un susurro y vio que ya estaba a punto de entrar cuando sintió que alguien la jaló de la tela que tenía en su cabeza.

Se quedó quieta en su sitio con el corazón acelerado, pronto sintió como su cuerpo se ponía frío y sabía que no era por el clima

- ¿Huáaneri? - preguntó una voz a la que reconoció como Karai. - ¿Qué crees que haces?

Ella se volteó lentamente y lo miró con pena. Sabía que no la dejaría ir y mucho menos sola.

- Quería dar un paseo, para distraerme un poco. - le respondió.

- ¿Sola? - preguntó Karai sin soltarla. - Además de que ya es algo tarde para que salgas, el clima pronto se pondrá más denso y puede ser peligroso.

Ella se encontraba desesperada, quería ir pero ahora lo veía imposible. Su único recurso era mentirle.

- De verdad necesito salir de aquí aunque sea un poco, esas mujeres me van a volver loca. - mintió a medias, porque si bien era cierto lo que decía, la razón por la que quería ir al bosque no era esa.

- No lo sé, si te pasa algo nos van a responsabilizar a todos.

Huáaneri se sintió culpable y egoísta por un momento, porque no pensaba en las consecuencias de sus actos más allá de lo que ya había considerado. Pero entonces se dió cuenta de que ella estaba colaborando con todas las actividades y que merecía un respiro. Se safó con un poco de fuerza del agarre de su guardián y lo miró directo a los ojos.

- He cumplido con todo lo que se me ha pedido hasta el momento, merezco respirar un poco de paz. - exclamó pero el semblante de Karai no cambió. - Prometo no alejarme demasiado y volver rápido, por favor.

Ella ni siquiera sabía si era verdad aquello pero no podía decirle nada más a Karai. Él la quería mucho pero también podía ser estricto. Pareció pensarlo y al final cedió. La princesa rápidamente tomó camino hacia el bosque, con sus esperanzas nuevamente en el cielo. Insistía en que él no fue producto de su imaginación porque la prueba estaba en el animal que incluso Ekuneil había visto.

Entonces se quedó pensando en Ekuneil, aún le parecía confuso el hecho de que él no había dicho palabra alguna sobre lo que pasó ese día. Quizá estaba tramando algo o consideraba el hecho de que no le convenía. Puede que tampoco le iban a creer que ahí había alguien con ella porque todos estaban esperándolos en la entrada. Su comunidad era bastante amplia con un número de personas abundante, pero aún así si algo mínimo pasaba, todos se podían dar cuenta. Había un excelente control de cada movimiento, por lo que alguien había faltado en esa espera, se habrían percatado, pero no, todos estaban ahí. Dejó entonces de pensar en eso y se decidió concentrar en lo que iba.

- ¿Dónde estarás? - dijo en voz baja cuando ya se vio en un punto que colindaba con los límites permitidos por las autoridades de la aldea.

Se quitó lentamente la tela de la cabeza y ahí mismo le entró el temor de cruzar y no ver a nadie, ya se estaba haciendo tarde y volver se podría convertir en un problema, por lo que, sería decepcionante no encontrar nada de lo que buscaba.

Fue entonces cuando empezó a escuchar movimiento y esa sensación de que la observaban estaba ahí. Sonrió por alguna razón y se puso ansiosa por verlo otra vez.

- Estás ahí, déjame verte. - pidió sin medir palabras.

Empezó a dar vueltas lentamente buscándolo con la mirada hasta entre las sombras vio una silueta. Era él, sin duda.

Hijo de Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora