Capítulo 29.

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La cabaña estaba envuelta en un silencio sepulcral tras la revelación de Arandu. Huaáneri y Kalik se quedaron allí, sumidos en sus pensamientos, hasta que la abrumadora realidad de lo que acababan de escuchar les impulsó a buscar un espacio más íntimo. Se dirigieron a la pequeña cabaña de Huaáneri, donde las sombras de la noche empezaban a dibujar figuras en las paredes de madera.

Kalik observó a Huaáneri mientras ella encendía una lámpara de aceite. Su rostro reflejaba una mezcla de dolor y determinación. Sabía que ella estaba luchando contra una tormenta interna, y quería estar allí para ayudarla a sobrellevarlo.

-¿Cómo te sientes? -preguntó Kalik suavemente, acercándose a ella.

Huaáneri soltó un suspiro profundo, dejando que su mirada vagara por la habitación antes de posarse en los ojos de Kalik. Sus ojos, normalmente llenos de vida y curiosidad, ahora estaban nublados por la tristeza.

-No sé cómo describirlo, Kalik. -respondió ella con voz quebrada. -Siento como si todo lo que creía saber se hubiera desmoronado en un instante. Mi padre... yo siempre pensé que era un hombre honorable. Nunca imaginé que pudiera hacer algo tan terrible.

Kalik la tomó de las manos, sintiendo su temblor. La atrajo hacia sí, envolviéndola en un abrazo cálido y reconfortante. Podía sentir la tensión en su cuerpo, la lucha por contener las lágrimas.

-Es normal sentirse así. -dijo Kalik, acariciando suavemente su cabello. -Descubrir que alguien a quien admirabas tenía un lado oscuro es devastador. Pero eso no cambia lo que tú eres, Huaáneri. Eres fuerte, eres valiente, y yo estoy contigo.

Ella se aferró a él, dejando que las lágrimas fluyeran libremente ahora. Kalik la sostuvo, susurrándole palabras de consuelo mientras acariciaba su espalda. Después de un rato, cuando las lágrimas se agotaron, se separaron lentamente, aunque sus manos seguían entrelazadas. Amaba esa nueva faceta de él que poco a poco iba saliendo a medida que interactuaban o él se mezclaba con la gente de su pueblo.

-Tenemos un largo viaje por delante. -dijo Huaáneri finalmente, limpiándose las mejillas. -Debemos estar preparados. No solo físicamente, sino también mentalmente.

Kalik asintió, comprendiendo la gravedad de sus palabras. Se sentaron juntos en el suelo, rodeados de mantas y provisiones, comenzando a empaquetar lo necesario para su travesía hacia las ruinas de Günatyz. Mientras trabajaban en silencio, el sonido de sus movimientos llenaba la cabaña con una sensación de propósito compartido.

-¿Qué crees que encontraremos allí? -preguntó Kalik, rompiendo el silencio.

-No lo sé. -respondió Huaáneri, su voz cargada de incertidumbre. -Pero siento que debemos ir. Algo en mi interior me dice que las respuestas que necesitamos están allí, entre las ruinas de Günatyz.

Kalik la miró con determinación, sus ojos reflejando la misma resolución. Sabía que este viaje no sería fácil, pero estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío a su lado.

-Entonces iremos. -dijo Kalik con firmeza. -Juntos.

Huaáneri asintió, sintiendo un renovado sentido de propósito al escuchar sus palabras. Con el corazón aún dolido pero con una determinación inquebrantable, continuaron preparando sus cosas, listos para embarcarse en una travesía que cambiaría sus vidas para siempre.

(•••)

Al día siguiente de ellos haber ido con Arandú e Ikanira, todo mostraba tranquilidad. La princesa mostraba como si horas antes no se hubiese enterado de semejante atrocidad por parte de su padre. Intuía que su madre no sabía nada al respecto pero quiso salir de dudas. También, necesitaba comentarle a Ekuneil que se ausentaría de los deberes de la aldea, porque él al ser el próximo líder y ella parte del liderato, debía justificar su falta aunque no pretendía decirle toda la verdad a nadie.

Hijo de Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora