Capítulo 39

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El amanecer desplegaba sus primeros rayos sobre la aldea de Naribiu, pintando el cielo con tonos dorados y rosados. La comunidad, ahora unida por los recientes acontecimientos, comenzaba a reconstruir no solo sus hogares, sino también sus lazos y su futuro. Entre el bullicio de los aldeanos trabajando juntos, dos figuras destacaban por su cercanía: Huaáneri y Kalik.

Durante las últimas semanas, mientras Huaáneri y Kalik se preparaban para partir hacia Günatyz junto con Arandú y Tareq, habían encontrado momentos para conocerse mejor. Las largas jornadas de trabajo compartido habían dejado entrever una conexión más profunda, una comprensión tácita que iba más allá de las palabras.

Una tarde, después de una jornada extenuante limpiando escombros y reconstruyendo viviendas, Huaáneri y Kalik se encontraron descansando bajo la sombra de un gran árbol. El sol comenzaba a descender, tiñendo el horizonte de naranja y púrpura.

—Gracias por tu ayuda hoy, Kalik —dijo Huaáneri, sonriendo ligeramente mientras sostenía una taza de hierbas recién recolectadas.

—Siempre es un placer ayudar —respondió Kalik, devolviendo la sonrisa—. Aunque, debo admitir que trabajar contigo hace que las tareas sean más llevaderas.

Huaáneri levantó la vista hacia él, sus ojos reflejando una mezcla de gratitud y algo más profundo. —Me alegra escuchar eso. A veces, después de todo lo que hemos pasado, es importante encontrar momentos de paz y camaradería.

Kalik asintió, su mirada suavizándose. —Tienes razón. Y, hablando de eso, me alegra que estemos reconstruyendo no solo la aldea, sino también nuestras relaciones y nuestro entendimiento mutuo.

Hubo un momento de silencio cómodo, en el que ambos simplemente disfrutaron de la tranquilidad y la compañía del otro. Las palabras parecían innecesarias; la comprensión y el respeto que sentían el uno por el otro eran suficientes.

—Huaáneri —comenzó Kalik con cautela—, he estado pensando... Antes de todo esto, no tuve la oportunidad de conocerte realmente. Me gustaría saber más sobre ti, si no te importa compartirlo.

Huaáneri asintió, inclinándose ligeramente hacia él. —No me importa en absoluto. Creo que es importante que todos nos conozcamos mejor, especialmente después de lo que hemos vivido juntos.

Mientras compartían historias de sus vidas, sus sueños y sus miedos, una conexión más profunda comenzaba a formarse entre ellos. Las risas y las miradas significativas se volvieron más frecuentes, y ambos comenzaron a darse cuenta de que lo que sentían iba más allá de una simple amistad.

Esa noche, mientras las estrellas comenzaban a brillar en el cielo nocturno, Kalik y Huaáneri se encontraron nuevamente bajo el mismo árbol. El aire fresco de la noche les envolvía, y el suave murmullo del río cercano añadía una serenidad casi mágica al ambiente.

—A veces me pregunto qué nos depara el futuro —dijo Huaáneri, mirando las estrellas—. Siendo honestos, no estoy segura de qué vendrá después de que partamos hacia Günatyz.

Kalik tomó una respiración profunda antes de responder. —No lo sé, pero sé que, pase lo que pase, quiero enfrentar ese futuro contigo. No sé exactamente qué es esto que siento, pero sé que me hace feliz estar contigo.

Huaáneri sonrió, un rubor suave tiñendo sus mejillas. —Siento algo similar, Kalik. No estoy segura de cómo describirlo, pero me alegra haber encontrado a alguien con quien pueda compartir estos momentos.

Ambos se quedaron en silencio, dejando que sus miradas se encontraran en una comprensión tácita. Aunque las palabras exactas sobre sus sentimientos aún no se habían pronunciado, el vínculo que los unía se fortalecía con cada momento compartido.

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⏰ Última actualización: Oct 29 ⏰

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