Capítulo 18.

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La luz del sol se filtraba a través del dosel del bosque, lanzando patrones danzantes sobre el suelo mientras Kalik y Huaáneri se adentraban en la espesura. Aunque la princesa había visitado el bosque muchas veces, estar allí con Kalik le daba una nueva perspectiva; veía cada planta y cada rayo de luz a través de sus ojos, llenos de maravilla y curiosidad.

- ¿Cómo se llama esto?- preguntó Kalik, señalando un arbusto de bayas.

- Son bayas de zarzaparrilla. No solo son comestibles, sino que también curan. - explicó Huaáneri con una sonrisa, disfrutando de su interés.

Kalik probó una, frunciendo el ceño al sentir el sabor.

- Fuerte. - dijo y Huaáneri rió.

- Sí, pero bueno para ti. ¿Ves cómo aprendes rápido? - dijo ella, su tono suave y alentador.

Kalik miró hacia el suelo, una sonrisa tímida apareciendo en su rostro. - Tú hablas bonito. - dijo, torpemente.

Huaáneri se sonrojó levemente, complacida.
- Gracias, Kalik. Y tú puedes aprender a hablar así también. Solo escucha y repite. - propuso, poniendo un énfasis especial en la pronunciación.

El chico asintió, sus ojos azules brillantes con determinación.

- Escuchar y repetir. - murmuró para sí mismo.

Pasaron la mañana caminando por el bosque, Huaáneri nombrando plantas y animales mientras Kalik repetía cada palabra con cuidado, esforzándose por dar forma a los sonidos desconocidos. Cada pequeño éxito era celebrado con una sonrisa o una risa compartida, y cada momento fortalecía el vínculo silencioso que crecía entre ellos.

Al mediodía, encontraron un claro bañado por el sol. Kalik se detuvo y recogió algunas ramas del suelo.

- ¿Qué haces? - preguntó Waneri, curiosa.

- Te enseño algo yo ahora. - respondió Kalik con una sonrisa tímida.

Se sentaron juntos en el suelo, y Kalik comenzó a mostrarle cómo entrelazar las fibras de las plantas para hacer una pulsera. Sus manos eran hábiles y rápidas, y Huaáneri observaba fascinada.

- Es hermoso. - comentó ella mientras él le enseñaba los movimientos. - Nunca pensé que las ramas pudieran convertirse en algo tan bonito.

Kalik le ofreció una de las pulseras terminadas.

- Para ti. Para recordar.

Huaáneri tomó la pulsera, sus dedos rozando brevemente los de él. Un calor suave se extendió por su pecho, y ella se sorprendió a sí misma al darse cuenta de cuánto valoraba ese simple gesto.

- Gracias, Kalik. Esto significa mucho para mí. - dijo, su voz más suave de lo habitual.

Él asintió, claramente complacido por haber hecho algo que la alegraba. Luego, su expresión cambió a una de reflexión.

- Huaáneri... ¿qué es esto que siento cuando estoy contigo? Como... como algo fuerte.

Huaáneri se sonrojó profundamente, su corazón latiendo con fuerza.

Hijo de Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora