Capítulo 25.

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Las reuniones y tareas del día transcurrían con normalidad en la aldea de Koyala, hasta que Huaáneri escuchó un rumor que le hizo detenerse en seco. Una joven aldeana, visiblemente agitada, se acercó a la princesa y le susurró al oído sobre el enfrentamiento entre Ekuneil y Kalik. La noticia encendió una chispa de preocupación y furia en Huaáneri. Sin perder tiempo, se dirigió hacia la choza de reuniones donde Ekuneil solía pasar las tardes.

Estaba empezando a entender la actitud diferente de Kalik por la noche pero no quiso centrarse tanto en eso pensando que quizá era parte de su proceso a la adaptación de la aldea pero ahora comprendía.

¿Cuál era la necesidad de Ekuneil? Pensó que podía confiar en él pero cada día parecía buscar más problemas y no tenía miedo en enfrentarse con quién sea por Kalik. Eso de estar alerta le empezaba a estorbar en su tranquilidad. Ekuneil parecía olvidar quien era ella en esa comunidad.

Al entrar, Huaáneri encontró a Ekuneil revisando algunos pergaminos. Sin esperar a ser invitada, se acercó a él con paso firme y decidido.

-Ekuneil, ¿puedo hablar contigo? -su voz era fría y controlada, pero el fuego en sus ojos no dejaba lugar a dudas sobre su enojo.

Ekuneil levantó la vista, sorprendido por la intrusión, pero rápidamente ocultó su sorpresa tras una fachada de calma.

-Claro, Huaáneri, ¿qué sucede? -dijo, aunque sabía perfectamente lo que había provocado su visita.

-¿Qué crees que estás haciendo enfrentándote a Kalik? -soltó Huaáneri sin rodeos-. Sabes tan bien como yo que no tienes motivos reales para provocarlo de esa manera. ¿Qué es lo que buscas?

Ekuneil se levantó lentamente, su expresión se volvió más dura.

-Solo quería medir sus habilidades -respondió con una tranquilidad que solo incrementó la furia de Huaáneri-. En tiempos como estos, necesitamos saber de qué es capaz cada persona nueva en la aldea.

-No me vengas con esas excusas, Ekuneil. Sé que lo hiciste para provocarlo -Huaáneri se acercó un paso más, sus palabras cortantes como cuchillos-. ¿Qué pretendes lograr con eso?

Ekuneil esbozó una sonrisa irónica. Su actitud solo le hacía ahondar en sus preguntas y desconfianzas hacia ese chico y ahora hacia ella.

-¿Por qué te molesta tanto, Huaáneri? -preguntó, inclinando la cabeza ligeramente-. ¿Acaso no es él solo un desconocido más para ti? ¿O me equivoco?

Huaáneri sintió que la sangre le hervía. Intentó calmarse, pero la provocación de Ekuneil era demasiado.

-Sí, es un desconocido, y precisamente por eso no deberías estar buscándole pelea sin razón -dijo con firmeza-. ¿Sabes que Kalik no tiene experiencia con armas? ¿Ya te has dado cuenta de eso con tu falsa interacción con él? ¿Ahora qué pretendes?

No podía permitir que Ekuneil supiera la verdad aunque en ese momento estaba a nada de dejar de importarle y entonces emponerle su puesto y autoridad si con eso conseguía que dejara en paz a Kalik.

-Pretendo proteger a nuestra comunidad, Huaáneri -replicó Ekuneil, su tono cargado de una falsa serenidad-. ¿Acaso no te preocupa quién entra en nuestra aldea? ¿No te preocupa que estos forasteros puedan ser una amenaza?

-Kalik no representa ninguna amenaza -replicó Huaáneri con vehemencia-. Es solo un habitante más ahora en la aldea, y tú no tienes derecho a enfrentarte a él injustamente. Si tienes dudas, habla con el Consejo. No vuelvas a enfrentarte solo a él.

-¿Y por qué te importa tanto, Huaáneri? -insistió Ekuneil, acercándose un paso más-. ¿Qué es lo que realmente te molesta? ¿Qué alguien más se atreva a cuestionar a tu nuevo amigo?

-¡No es eso y lo sabes! -gritó Huaáneri, su paciencia al límite-. Me molesta tu actitud, tu arrogancia y tu incapacidad para ver más allá de tus propios prejuicios. Kalik es inocente. Si verdaderamente te importa la seguridad de la aldea, deberías estar trabajando con nosotros, no provocando conflictos innecesarios.

-Muy bien, Huaáneri -respondió Ekuneil, su voz baja y amenazante-. Pero esto no ha terminado. Mantendré mis ojos bien abiertos.

-Haz lo que quieras, pero te lo advierto, Ekuneil. Mantente alejado de Kalik. No quiero más enfrentamientos injustificados. Nuestra aldea necesita paz, no más conflictos.

Antes de que Ekuneil pudiera responder, Kalik apareció en la entrada, atraído por las voces elevadas.

-¿Todo está bien aquí? -preguntó, su mirada fija en Huaáneri, captando de inmediato la tensión en la habitación.

Ekuneil se giró hacia Kalik, su expresión se endureció aún más.

-No te metas, esto no es tu problema -espetó Ekuneil, visiblemente molesto. - Nadie que no sea del consejo tiene permitido entrar aquí.

Kalik avanzó un paso, sin retroceder ante el tono agresivo de Ekuneil. Éste ultimo estaba más que enfurecido por el atrevimiento del chico de extraña apariencia.

-Huaáneri, ¿estás bien? -replicó Kalik, su voz calmada pero firme.

- No entiendo por qué insistes en hacerle la vida difícil aquí, pero no voy a permitir que lastimes a alguien más por tu propio orgullo. - le respondió Huaáneri a Ekuneil ignorando brevemente la pregunta de Kalik. Necesitaba dejarle en claro las cosas.

Ekuneil dio un paso hacia Kalik, acercándose peligrosamente.

-¿Y este forastero qué sabes de orgullo? Apenas sabe luchar -le refutó a ella para luego mirar a Kalik quien respiraba con rapidez empezando a enojarse por como él le hablaba a la hermosa princesa que intentaba defenderlo. -¿Crees que puedes protegerla? -su tono era desafiante, buscando una reacción.

Huaáneri intervino rápidamente, colocándose entre ambos.

-¡Basta! -gritó-. Ekuneil, esto se acaba aquí y ahora. No permitiré que tus inseguridades pongan en peligro la paz de nuestra aldea. Kalik no tiene que demostrarte nada. Ya es suficiente.

Ekuneil apretó los puños, su mirada fulminante hacia Kalik, pero sabía que enfrentarse más podría traerle problemas con la comunidad. Respiró hondo, intentando controlar su ira.

-Muy bien, Huaáneri -dijo finalmente-. Pero esto no ha terminado. Mantendré mis ojos bien abiertos.

Con esas palabras, Ekuneil se alejó, dejando a Huaáneri y Kalik solos en la choza. Debía ser más cuidadoso porque si hacía algo injustificable, tendría que rendir cuentas ante el consejo y entonces su liderazgo en la aldea se cuestionaría, por lo que no iba a permitir. Si quería llegar al fondo de la situación, debía ser más inteligente.

Huaáneri respiró aliviada, pero sabía que esta confrontación era solo el comienzo de algo más grande.

Kalik miró a Huaáneri, sus ojos reflejando preocupación.

-Gracias por defenderme -dijo suavemente-. No quiero causar problemas aquí.

Huaáneri le sonrió, colocando una mano en su brazo.

-No te preocupes, Kalik. Sé que tus intenciones son buenas. Solo tenemos que ser cuidadosos. Ekuneil no se dará por vencido fácilmente, sé que seguirá buscándote problemas, así que te pido que estés atento.

Kalik asintió, reconociendo la verdad en sus palabras.

- Tendré un ojo puesto en él, no permitiré que te haga daño o que te haga sentir incómodo. No te pedí venir para esto. - negó preocupada.

- Tranquila, estaré bien. - sonrió.

La princesa notó como poco a poco hablaba más y eso le emocionaba.

Hijo de Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora