Capítulo 1

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REALIDAD


Marinette


El corazón me palpitaba rápido en mí pecho, mientras corría por el bosque, escuchaba los latidos de mí corazón y mi respiración agitada en el silencio de la noche.

Podría encontrarme con un lobo pero eso no era tan aterrador como encontrarme a un monstruo.

Un lobo podía dar miedo, ¿pero un monstruo?

Un monstruo era lo peor; esos seres mitad humano y mitad monstruo. Se había escuchado que algunos no te querían y atrapaban sólo para procrear, sino para ser su cena. Haz leído bien, algunos monstruos son caníbales.

Esas cosas podían medir hasta tres metros y eran de un cuerpo muy robusto.

Mí corazón seguía acelerado que sentía se podía salir de mi pecho. Seguí corriendo, atravesando entre plantas desconocidas hasta la altura de mis hombros. Mí miedo quería consumir por completo mí razón.

Sí el monstruo no terminaba haciéndome daño. Sería mi propio miedo el que iba a provocarme algo.

No tenía armas, estaba sin una y podía escuchar los rugidos del monstruo detrás de mí.

Chillé entre la angustia y sin saber cómo salvar mi pellejo.

Era el mismo bosque, el mismo aroma de la naturaleza. Siempre era el mismo lugar donde pasaba corriendo, las mismas cosas se repetían; crujían las mismas ramas.

Me detenía para calmar mi respiración, ocultada entre plantas, echaba un vistazo y entonces, mí propio grito desgarrador y aterrada después de ver el monstruo separando las hojas de las plantas para verme, me despertó.

Tenía ya los ojos abiertos y podía seguir teniendo la imagen de su hocico abierto y la cantidad de dientes afilados como la punta de un cuchillo; listo, preparado para rebanar con facilidad la piel y músculo de una persona común, como sí sólo se tratara de rebanar mantequilla o jamón.

Me daba escalofríos y mi único lugar seguro era abrazar las cobijas y acurrucarme más dentro de éstas.

Eso fue la primera pesadilla que tuve siendo una niña, tenía nueve años y ocurrió justo la noche antes del día de la prueba.

Sabía que sólo había soñado eso porque tenía miedo de ser elegida para ser cazadora y no por otra cosa. Porque eso no podría ser un sueño premonitorio; ¿verdad qué no?

No.

Trataba de calmarme a mí misma. Era sólo una pesadilla y yo iba a intentar ser tan pésima torpe en las pruebas que no iba a ser seleccionada. Sería la más tonta. Nadie iba a elegir una persona así. Y eso era lo único que podría salvarme de no ser elegida como cazadora y tener que vivir toda mí vida así; detrás de monstruos y con armas.

Me abracé más.

Los niños sólo quieren jugar y eso estaba siendo ya un martirio para mí, angustiante, sofocante....

No quería ver a monstruos cerca de mí y cazarlos.

Aunque no fuera elegida, era seguro que no toda mí vida podría protegerme de monstruos. Un día iba a encontrarme con un monstruo y, entonces; ¿qué iba a hacer?...

La pesadilla que tuve la primera vez y después se repitió por más ocasiones; ¿terminaría haciéndose realidad?

Negué varias veces con mi pequeña cabeza. Todo mi cuerpo era un manojo de nervios y temblé como sí fuera la época de invierno. Escalofríos pero no por frio o fiebre, sino escalofríos de nervios.

JUEGO DEL MONSTRUO (en proceso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora