Capítulo 39

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Narra Dann:

Aún estábamos sólo él y yo en la cafetería.

Aplasté el vaso en mi mano con fuerza, ya después llenaría otro. Caminé tras él y lo agarré del hombro para hacerlo estar frente a mí, di un golpe directo a su cara y sólo dio unos pasos atrás en desequilibrio. Llevándose una mano a la cara me miró.

—¡¿Qué hay en tu mugre mente para molestar a Marinette desde qué era una niña?! —grité, con rabia, certidumbre.

Di unos pasos más, cerré la mano en un puño para darle otro golpe más en la cara, ¿no había sido suficiente con el anterior? no, para mí no.

En cuestión de segundos su mirada verde se volvió más brillante similar a un tono neón.

Rápido fui a los recuerdos de Marinette, describiendo al monstruo, el amigo imaginario del jardín; con ojos color neón.

Lo miré con asombro. No lo pude creer.

Su mirada se volvió fría, mirándome distante.

—¿Sucede algo? —preguntó tratando de mantener la calma.

Junté las cejas, desconcertado, tenía una idea en mente.

Félix....

¿Félix es un monstruo?

—¿Por qué no me di cuenta durante todo este tiempo? —pregunté sintiendo algo de culpa, ¡por no saber qué cosa tenía en mis narices!....

Félix de verdad es un monstruo....

No se transformó ni nada, pero sólo los mutantes pueden tener cambios, él, sus ojos, lo es....

—¡No te hagas el inocente Félix! —grité y él me miró sin mostrar alguna emoción.— ¡Me alegra no compartir sangre contigo! —bufé e intenté darle un golpe en la cara o agarrarlo para darle una patada en el estómago, pero él evitó cada golpe, se movió con tal rapidez que me dejó asombrado.

—Matar monstruos no te da el aprendizaje necesario para acabar conmigo —mencionó—; ¿planeas asesinar con golpes a tu querido hermano?

—¡No eres mí hermano!... ¡y con esto has dejado de serlo!

Sin pensarlo, envuelto en el enojo de la injusticia por esa pobre muchacha, pensar que este tipo frente a mí le arrebató la libertad, sus sueños, ¡incluso de poder amar a alguien más!... ¡mucho sufrimiento para ella y con qué motivo!...

Llevé una mano a mí chaqueta y saqué una navaja.

—¡Sí Adrien no puede defender a Marinette, lo haré yo!... —abrí la navaja.

Él miró mi actitud fingiendo estar asombrado y sorprendido.

—Nada puede acabar conmigo —dijo, muy seguro.

—No eres un ser inmortal.

Me miró con fascinación, estiró sus labios y levantó una mano cerca a su cara.

—No lo soy ... —habló.

Me dejó helado ver la transformación de su mano, una aura color verde la envolvió, el tono de su piel se volvió oscuro y salieron filosas garras.

Me quedé con la boca abierta, lo había pensado, pero eso sólo terminó confirmando todo.

—Fe-felix —seguí observándolo—. ¡Eres un monstruo! ¡Eres un monstruo Félix!... —grité, muy sorprendido—; ¡no cabe duda!... ¡eres pariente de Adrien! —hizo un mohín con los labios.

—No puede ser.... ¡no tengo nada qué ver con el apellido Agreste!... ¡a mí no me mezcles con ese apellido!...

—He cazado monstruos, tú no eres rival para mí...

JUEGO DEL MONSTRUO (en proceso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora