Capítulo 20

7 1 0
                                    

Con la mirada todavía por encima de su hombro respondí;

—¿Por qué no lo dices de una vez?... ¿cuándo fue esa vez que nos encontramos, Adrien?

—Recuerdo muy poco... no fue un buen momento. Te estoy evitando recordar un momento amargo.

—Sí tú lo dices —respondí. La música estaba muy alta, sí, estábamos hablando con la voz en alto.

—¿De dónde eres? —preguntó. Nos movimos despacio, girando en nuestro eje.

—Vivo en París... ¿no notaste mi acento extranjero?... peliteñido...

—Un poco y ya te he mencionado soy rubio natural. Que algunas personas no sepan qué hacer con su dinero y se lo gasten en hacerse más guapos no me incluye —apreté mis labios conteniendo una risa.

—No he dicho qué seas guapo —dije, no sé por qué me estaba abriendo más en confianza con él, los nervios y la pena se estaba escurriendo de mí.

Era como sí me hubiera picado un extraño mosquito.

—Ah... —le escuché sorprendido y me dieron ganas de reír pero evité no hacerlo.

—¿Primera qué te lo dice o te confirma no eres guapo?

—No sé, sí lo dices tú alguien más pudo pensarlo.

—Ay, Adrien...

—¿Entonces por qué tan interesada en escucharme cantar?

—Para que sea un trato justo, por cierto. Buenas noticias... estaré más tiempo aquí sí una universidad logra convencerme.

—Chica universitaria.... ¿qué quieres estudiar?...

Tomé una pequeña pausa;

—Estaba debatiendo entre azafata, robótica ó artes plásticas.

—¿Y cuál elegiste?....

—Azafata, eso puedo estudiarlo también en París pero quiero hacerlo aquí, mi amiga también estará estudiando en este sitio.

—Hum, interesante. Te gusta ser como las aves, volando en libertad —él siguió hablando y no presté atención a sus palabras, me sentí tonta; escuchándolo pero no comprender sus palabras, incluso empecé a ver doble y me mareé.

Solté su hombro para agarrarme la cabeza y se me hizo extraño ver a alguien con ese par de ojos verdes muy idénticos al hombre de Camembert.

Sonreí boba mirando a ese hombre.

—¿Marinette?... ¿hey, Marinette estás bien? —miré la cara de Adrien frente a mí.

Ví dos Adrien.

Le miré con diversión y lo señalé.

—Ay —reí—; ¿tienes otro hermano?... —él me dió una mirada rara—; ¿por qué no me dijiste qué tienes un hermano gemelo?... ¿cómo se llama?...

—No estás bien, ¿tanto te afectó una margarita? ....

En lugar de responder, reí.

Las luces del sitio comencé a verlas rosas. Que yo recordará no me había drogado, pero tampoco me sentía normal.

Normal.

La palabra normal en mi cabeza, comenzó a darme risa.

No me di cuenta en el momento que Adrien me soltó.

—Vamos, necesitas respirar aire fresco.

—Fresco —me reí—; lo único que puedo pensar en fresco es en las verduras —volví a reír.

JUEGO DEL MONSTRUO (en proceso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora