Capítulo 19

7 0 0
                                    

Alcancé a ver una parte de su capucha, tomó el camino izquierdo, se adentró en un pasillo oscuro.

Igual en el sueño.

Con Chloé había investigado sí existía alguien con sus características, un monstruo de esa forma; igual a una mancha pero deforme.

No tuvimos ningún resultado.

Pensé que no podía ser un monstruo.

Ya habían pasado algunos años y él no intentaba lastimarme.

Me fuí por la idea, él podía ser un ser distinto a nuestra realidad, alguien de un multiverso, un ser de otro universo, salido de otra dimensión. Fue la única respuesta que tuve, porque él no era ningún ser imaginario.

Caminando cautelosa por ese pasillo completamente oscuro, hablé;

—Sabes qué no te tendré miedo... cuál sea tu físico voy a aceptarte. No voy a hacerte sentir mal. Sí hay cicatrices en tu cara, sí eres una persona fea, no voy a rechazar tu apariencia, no voy a hacer ningún mal comentario.... porqué no soy nadie para juzgar o burlarme de alguien... nadie debe hacerlo.... te aceptaré sin importar de dónde sea tu origen, de dónde vengas...

Sentía un poco de miedo, porque podía incluso encontrarme con otro monstruo en esa oscuridad. Me detuve. Pudo haber sido silencioso sí la música de allá afuera no se hubiera filtrado en ese pasillo.

—¿Quién eres?... —pregunté, mirando a la oscuridad—; ¿por qué siempre te escondes?... ¿por qué huyes de mí?... quiero conocerte.... déjame mirarte.... ¡sé que no eres ningún amigo imaginario!...

—¿Conocerme? —preguntó, abrí más los ojos mirando con alerta todo a mí alrededor. Sonreí emocionada, sentí esperanzas de conocerlo. Era su voz, era esa voz....

Sí es.... Real.

—Sí. Conocerte....

—¿De verdad crees qué las personas oscuras puedan tener paz con alguien de luz?

No entendí por qué dijo eso.

—Ah... sí... ¿por qué lo dices?

Escuché unos pasos y luego sin aviso, sin esperarlo, sentí unas manos en mis hombros. Sus manos eran frias, creo que compartíamos eso –temperatura del cuerpo más baja de lo normal–.

—¿Eres.... —no completé la pregunta, sentí su aliento golear el lóbulo de mí oreja y una parte de mí cuello.

—Mí nombre no puedo dártelo. Es una desgracia sí lo haría... —levantó con su mano fria mí mentón—; no me gusta esta forma en la qué nos hemos visto.... y no olvides siempre tener la mirada firme, ah, sí alguien es malo contigo, devuelve el golpe, tres veces peor.... hasta hacerle entender que tú eres la reina, ninguna puede ser pisoteada. No dejes que te pisen y se limpien sus zapatos en ti.

Se me hizo extraño recibir esas palabras.

—Quiero verte... no me importa no conocer tu nombre real, pero quiero verte, quiero saber sí tienes un lunar, saber cómo es tu rostro.....

—No comas ansias.

—¿No eres real? —pregunté con temor.

¿Y sí en realidad era una chica loca qué siempre imaginó a un ser así?... ¿Y sí por eso nadie lo había visto?... pero, más que temor, sentía tristeza al imaginar algo así.

—Lo soy... —respondió—; es hora de irme.

—No —agarré su mano en mi hombro—; no te vayas. Quédate.

Cerré los ojos, sintiendo su respiración cerca de mi cuello.

—Tengo que hacerlo —dijo y luego sentí un piquete, como una aguja entrando en mi brazo. Rápido lo sacó, me di la vuelta.

JUEGO DEL MONSTRUO (en proceso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora