Capítulo 34

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Danny:

Era la tercera semana de gestación para Marinette y Alya estaba revisando el estado de Marinette, quien dormía en una habitación con aspecto normal, parecía a la de una casa.

Tiana y yo, decidimos convencer al estúpido de Félix para que Marinette pudiera andar con ropa cómoda y adecuada, no una fea bata. Después de tanto, lo logramos.

Marinette es de la misma altura pero más delgada que Tiana, trajo ropa de ella misma para la joven madre, diciendo que después yo y ella tendríamos que ir a comprarle ropa para mujeres embarazadas en el centro comercial. Entonces traía puesta la ropa de Tiana.

—El embarazo se está llevando con normalidad —me avisó Alya. Asentí—; has estado pendiente de la chica, parece como sí tú fueras el padre de la criatura en su vientre —hice una mueca con los labios.

—¡Ja!... muy graciosa Alya…

—¿Por qué te preocupa tanto Marinette? —preguntó escribiendo algo en la tablet.

—No es por algo romántico sí estás pensando en eso. Sólo me causan lástima los dos.

—Y empatía, sino, tú no estarías aquí.

—Sí, por suerte no se me contagió más la negatividad de Félix —me recargué en la pared, cruzando los brazos en mi pecho y mirando a Alya—. Tengo incluso curiosidad y misterio por Félix, su cabeza es como un cofre con candado. Y yo era muy pequeño para saber qué pasó con él… pero esto parece más diversión para él.

Ella no respondió y siguió concentrada en escribir algo ahí en la tablet.

Marinette sí despertaba, pero en el estado de zombie, así lo llamo, de esa misma forma cuando Adrien la encontró en el momento que almorzaron juntos y después la besó igual a un cuento de princesa, para despertarla.

—Alya —la llamé, queriendo me diera su atención.

—¿Hum? —ni siquiera me miró.

—No nada, olvídalo… tú no lo entenderías.

—¿Qué querías decirme? —ahora sí me miró.

—Pienso que no es tema para hablar contigo.

—¿Arrepentido?...  entonces sí no piensas decirme nada, te dejo cuidando a Marinette, cualquier síntoma sospechoso al embarazo me lo informas, guardián —se dio la vuelta para retirarse.

Claro, yo era su “guardián”… suspiré.

No debía interesarme en lo absoluto pero ya era parte de esto. Me acerqué mirando a Marinette. Dormida.

En sus recuerdos miré el encuentro que tuvo con Félix, pero no sé la edad en qué lo hizo, también noté las emociones que ella tiene con esa mancha oscura, o sea, mi hermano Félix….

Marinette le tomó cariño a esa mancha oscura con aroma a queso camembert.

Pensé… ella vió en esa figura de monstruo, a un amigo, confió en esa oscura mancha… no creo que haya sentido algo relacionado más allá de eso... ¿o sí?

Y dado el caso… las probabilidades porque Félix pudiera jugar a la familia feliz con ella –sí ese fuese el plan de él–, entonces podría llevarse con éxito.

Ahora en este estado de Marinette, no podía meterme en sus recuerdos, porque sólo encontraba oscuridad.
Al despertar, estaba ahí físicamente, pero su mirada parecía en otro mundo, parecía un zombie, pero no estaba soñando nada,  despierta pero realmente aún en un sueño profundo. De esa forma no podía ver todos sus recuerdos, pero sí pocos y nada buenos.

JUEGO DEL MONSTRUO (en proceso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora