Capítulo 35

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Narra  Dann:

Salí del baño, ahí tenían un botiquín de auxilio y con eso pude curarme las heridas que Marinette dejó en mí cara, ahora parecía que me hubiera encontrado un gato en la calle y me hubiera saltado a la cara, clavando sus filosas garras.

Tiana entró, se detuvo mirándome confundida y a la vez preocupada.

—¿Y eso? —señaló mí cara, rodé los ojos, dándole la espalda para revisar sí mi celular terminó de cargarse—; ¡Danny qué te pasó!... —desconecté el celular y ella me tomó de un hombro para hacerme estar frente a ella—; ¿tu hermano te hizo esto? —se vió molesta.

—No, no fue Félix y no me toques —dije agarrándola de las muñecas porque era tan insistente en querer agarrar mi cara para revisar los rasguños.

—Fue Félix y no me lo quieres decir.

—¡No fue Félix Tiana!... ¡¿cuántas veces tengo qué repetirlo?!

—¡¿Y entonces quién fue?!... —miré a otra parte y le pasé a un lado.

—Fue un gato montés, entró a la habitación de Marinette igual a una mosca. No la dejaba dormir, siendo como su tonto guardián. Lo agarré e intenté sacarlo y me hizo esto —dije, guardando el cargador en un cajón.

—¿Por qué estás siendo irónico?... capto tu mentira sí estás intentando no decirme la verdad.

—A nadie le importa la verdad, Tiana —exclamé molesto—; y Marinette no ha almorzado.

—¡¿Qué?!... claro, como estuviste muy ocupado sacando al gato imaginario.

Fue muy extraño lo qué ocurrió, no sabía sí era por mí, ¿fue por mí?... no, y sí lo era, ¿volvería a entrar a los recuerdos de Marinette?...

¡No lo sé!

—Estás muy raro... ¿qué te hice yo para que estés enojado conmigo? —preguntó Tiana.

¡Comprarle vestidos a Marinette!... no se lo dije, sólo lo pensé...

Y no eran los vestidos. ¡Sino lo qué sucedió hace rato con ella!... no sabía sí decirle, no, no le diría nada a Tiana, porque dudo mucho que entrar a sus recuerdos, ¡haya ocasionado esto!

—Qué genio... regreso en un momento, porque ni siquiera te has tomado la molestia de traer el almuerzo para Mari.

Suspiré llevándome una mano a la cabeza. Tiana salió y yo me di la vuelta para ver a Marinette, después de lo que pasó, pareció desmayarse, casi se golpeó pero no sucedió, porque pude atraparla antes de que se golpeará y la dejé en cama. Ya no estaba desmayada, ¿no?... no.

Fue muy raro y no creo que lo haya ocasionado yo. ¿¡O sí?!...

Entonces, la joven despertó, se sentó de inmediato y apoyó la espalda en la cabecera de la cama, miró todo a su alrededor confundida y un poco asustada.

La miré con sorpresa, hace rato miré la faceta de una Marinette muy distinta a esta. Por un momento creí, había logrado saber la mayor parte.

—¿Teniendo felices sueños? —pregunté de mala gana. Sé que no tenía sueños felices pero no sé sí recordaba lo qué pasó.

Negó con la cabeza.

—¿Recuerdas algo? —pregunté—; ¿al menos sabes dónde estás? —no pude evitar preguntarlo molesto.

Lo estaba, no sé por qué me volví tan inútil cuando ella me hizo ¡esto en la cara!... no hice nada, ah... ahora yo soy el completo imbécil. Sí nunca dejé que un miserable monstruo me hiciera daño, ¿por qué dejé que ella me hiciera esto?... después de todo eso se lo merecía Félix, ¡no yo!...

JUEGO DEL MONSTRUO (en proceso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora