Capítulo 9

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Marinette

La mayoría de personas no confiamos en los vegetales y frutas transgénicos, muchos decían podían ser tóxicos y enfermar a las personas, es por esto, que en París, todos teníamos huertos en casa, con la situación de robots y androides que dejaron sin empleo a varias personas; papá contrató a unas jóvenes de clase baja, ellas estaban dentro del vivero recolectando tomates y chiles.

Yo estaba ahí bajo el árbol, el mismo árbol donde hablé con el hombre de camembert al conocerlo la primera vez. Mirando de lejos el vivero, era una mañana agradable y un poco calurosa, aunque no fuera un día caluroso yo seguiría usando mis vestidos, como siempre.
Así de relajante quería que fuese siempre mi vida. Levanté la mirada, encontrando los rayos del sol filtrarse entre las ramas y hojas del árbol, sonreí e inhalé profundo.

Cerré los ojos y escuché la voz de Camembert, sólo sonreí.

—Qué rápido pasa el tiempo, siendo ayer apenas eras un brote de flor —le escuché—, pude esperar y presentarme hasta este momento, pero como siempre, es mejor no esperar.

—Y yo sigo pensando hasta cuándo te irás …

—¿Tanto te desagrado?

—No —abrí los ojos, no podía verlo pero sí escucharlo.

Agarré el libro que dejé sobre mis muslos y comencé a mirarlo.
No leí, porque Camembert estaba hablando, preguntando cómo estuvo mi día.

—Bien —susurré—; lo de siempre.

Oh “casi” siempre.

Pues había estado practicando un poco de combate y defensa con mi amiga Susan, sí, en un principio no tenia amigos y ahora estaba Chloé y Susan.

Chloé me habló el día de la comida que se hizo para reunir fondos a la fundación “niños rescatados de incendios”. Esa fundación, mí padre lo estaba apoyando, también el padre de Chloé.
Después de esa comida, la rubia me miró y me hizo señal de salir al jardín, ahí fue donde me propuso der su amiga.

Y Susan… ella terminó siendo cazadora, también fue la primera en hablarme. Se convirtió en ser la persona que me ayudará a dar dichos ataques, porque papá seguía tan terco  diciendo, no iba enseñarme a defenderme, porque él no quería, mis manos se llenarán de sangre inocente.

Él podía practicar sus peleas y mantenerse en forma dentro de esa habitación de simulación, pero yo no podía hacer lo mismo, porque él decía, no quería eso fuera a corromperme, él me quería así, siendo esa chica sin matar a ningún monstruo. También quería lo mismo pero él debía entender, estaba creciendo; el agua bendita y ninguna cruz, iba a poder salvarme de un monstruo, porque esa cosa aún no creía fuera muy real.

No quería encontrarme con un monstruo. No quería ser atrapada tan sólo por su belleza y para ello, no podía sólo pretender que el mundo era rosado, no tenía que ser tan…

Indefensa.

Gabriel seguía haciéndome de vez en cuando los chequeos, todo bien, aunque no era tan necesario porque ya teníamos un médico para atendernos.

Fui buena en el ballet pero no lo suficiente como quería, porque  aún no lograba obtener el protagónico, en las obras que salí, fue en un papel secundario. Por eso, a pesar de ser alguien de la clase alta, las cámaras no estaban siguiéndome, sí nos encontrábamos a personas queriendo entrevistarnos en la calle, siempre era cuando yo estaba con mí papá, sin él, era muy fácil no reconocer a Marinette Dupain-Cheng.

A él sólo por ser el gran militar que era y también por su gran amabilidad, empatía, por apoyar en una causa cómo era la fundación de niños.

A veces tenía miedo que las guerras me arrebataran lo que más quería, a mi padre, le repetí dejara de ir, incluso traté de que se enamorará de una joven que trabajaba con notros en la mansión pero no lo logré.

JUEGO DEL MONSTRUO (en proceso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora