Capítulo 12

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Una noche antes de saber esa noticia, dormí más temprano de lo esperado.
Tuve una pesadilla, estaba soñando algo feo y no podía despertar, pero sí podía escuchar a alguien, la voz de una persona hablando cerca de mi cama:

—Podría mostrarme frente a ti, mostrarte mi verdadera apariencia —le oí aún dentro de los sueños.

Escuchaba los pasos de una persona entrando por ese pasillo largo poco oscuro, era un pasillo desgastado, iluminado con focos que no dejaban de parpadear y en ratos quedarse a oscuras, me asomé con precaución y pude verle las botas de cuero a alguien, botas negras y un pantalón tipo cargo.

—Puedo mostrarme... pero eso le quita lo divertido.

Perdí de vista los pasos del hombre desconocido, grité, no supe sí lo hice también en la vida real en el momento que sentí una mano tomarme de la cara y sujetarla con fuerza, era una mano fria, no había calidez en su piel.

Presionó mi mandíbula.

—Escucha... —le oí.

Ese pasillo se fue, no sé dónde estaba, sólo sentía algo en el pecho. Me aterraba. Quería despertar.
Me removí para que me soltará.

—¿Cómo puedes confiar en ese Agreste? .... —su voz me dio escalofríos—; ¿cómo puedes permitir que uno esté lo suficiente cerca de ti?.... Abre los ojos Marinette —me apretó con más fuerza, quise llevar mi mano para que me soltara—. Son sombras.... no son lo qué crees....
Me soltó. La mano que me agarraba con fuerza de la cara se fue, volví a mirar ese mismo calzado.

—Y aunque me pidas mostrarme frente a ti, no lo haré.... no puedo permitir que mi diversión se acabe....
Abrí los ojos, era de madrugada. Estaba sola y me sentía incómoda, con una sensación desagradable. No iba a poder dormir sí así quería.

Me levanté y arreglé mi cama, luego me fui a tomar una ducha.

Había pasado un año ya, tenía diecisiete años.

Después de salir de la ducha y vestirme, saqué el violín de su estuche, a mi padre siempre le encantaba oírme tocar el violín.
Acostumbraba a practicar el violín para que cuando él regresará, como siempre lo hacía, lo recibiera con una canción especial.

Sentada en la orilla de mi cama con el sol aún sin salir, comencé a tocar el violín, cerré los ojos escuchando la melodía que estaba creando, llegando a las notas altas y dejándome guiar por la música, la corriente que enviaba a mi cuerpo como electricidad.

Era una de las formas en qué lograría olvidarme de esa pesadilla.

No supe cuánto estuve así, sólo que terminé la melodía después de que allá afuera a alguien se le cayera un recipiente de cristal en el piso.
A los tres segundos, oí el llanto de alguien afuera. Me puse de pie, dejé el violín sobre la cama y me acerqué con cautela. Abrí la puerta y lo primero que ocurrió, fue un shock, en cuanto escuché a Daph lo que respondió por el teléfono, fue como sí mi mundo se hubiera caído de repente a mis pies, quebrado, mi mente se quedó en blanco después de no asimilar lo qué había escuchado.

Me sentí ajena de todo, de mi realidad. En una burbuja.

Al instante no solté ni una lágrima, me quedé sin poder creerlo.

Era como estar dentro de una pesadilla todavía.

Volví a retroceder y llegué a mi cama en estado de robot, porque mi cuerpo reaccionó por automático pero mi mente, yo, no parecían estar conectados. Me quedé ahí, quieta, en silencio, quizá esperando que no era verdad lo qué se escuchó en el pasillo. Después de unos minutos en shock, me llevé las manos a la cara soltando en llanto, enseguida mi nana entró y me abrazó.

JUEGO DEL MONSTRUO (en proceso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora