Capítulo 36

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Narra Dann:

Puse algo de música tecno mientras iba conduciendo de noche por las calles de la ciudad; iluminada con colores fosforescentes y un poco de nieve en la ciudad. Personas caminando por las banquetas, luciendo sus extravagantes estilos e incluso brillaban en la oscuridad sus delineados, me detuve luego de ver la luz roja.

Tiana iba a mí lado, sentada en el copiloto, mirando el celular. Ví de reojo, estaba revisando sus redes sociales, ella sí sube fotos en sus perfiles, presumiendo de su belleza y estilo, yo no. No tengo, sólo uso las aplicaciones de música, no necesito subir mis fotos para que personas me halaguen.

La única cuenta que creé tiene mucho tiempo y la hice cuando tenía diez años, aún la foto random del perfil, sigue ahí, intacta y la usaba para distraerme con memes y vídeos. Después me enfadó y jamás volví a crear otra.

La luz se puso en verde y avancé, giré el volante  yendo hacía otra calle.

—Somos muy privilegiados —comentó Tiana—; estamos aquí y ellos allá.

—Sí y por el momento no podemos hacer mucho —respondí sin mirarla.

—¿En serio Félix te daba permiso de traer a la joven aquí?

—No confíes en él, así a veces se porte a un pan sin pecado alguno. No creo que lo dijo en serio, sólo me probó para saber cuál sería mí respuesta.

Detuve el auto cerca de una tienda de ropa y apagué el auto, después agarré el celular y quité la música.

Bajé del auto y Tiana igual

—Luces linda esta noche —ella me pasó a un lado y respondió sin mirarme.

—Gracias, ya estaba por sentirme celosa de no recibir tus halagos —sonreí, porque no lo dijo en serio. La conozco muy bien y sabía cuándo de verdad me lo decía molesta.

Entramos, le dije que ella escogiera la ropa, siempre ha tenido buenos gustos.

—¿Y tú qué harás? —me preguntó.

—Esperarte...

—Hum, ok.

La ví marcharse y ocultarse entre las secciones de ropa. Me quedé ahí, miré algunas prendas; faldas, pantalones ajustados; tops, suéters, bufandas... y luego miré la joyería. La chica no ha tenido alguna joya, Tiana se olvidó de ese pequeño detalle.

¿Y a mí qué me importa?...

Avancé ignorando pero luego me detuve, volví a regresar y miré las joyas; los collares, pulseras y aretes. Una señorita se acercó.

—Buenas noches, disculpe, ¿puedo ayudarlo?

—Sí, busco algo no demasiado extravagante. Sí usted fuera la persona que recibiera algo, ¿qué le gustaría?... ¿un collar o aretes?...

Sonrió con las mejillas rojas y bajó la mirada sin soportar la mía.

—Ambos. Y creo que tengo lo que busca —buscó detrás del mostrador—; ¿quiere qué sea de oro o plata?

—No importa, sólo quiero sea hermoso sin caer en lo ya mencionado.

—¿No importa el precio?

Miré a la entrada, una chica entró, junté las cejas, detenidamente observé su apariencia. Me suena su físico... creo la he visto antes.

—Disculpe, ¿tiene un precio en específico?

—¿Ah? —miré a la mujer y volvió a repetirme—; ah, no, no importa el precio. Enseguida vengo.

JUEGO DEL MONSTRUO (en proceso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora