8 de Noviembre del 2048Pasó una semana, luego de ser atrapados Marinette y Adrien dentro de ese laboratorio. ¿Habían logrado escapar? aún no, su intento por escapar falló.
Mientras ese par seguía adentro, el hombre y ahora dueño del laboratorio, masajeó su cabeza, era un poco agotado su plan, ¿pero quién le había obligado a hacer eso? nadie y para él; eran mejor así las cosas.
Estaba frente a ese diseño de holograma, las luces azules se reflejaron en su bata. Escuchando lo que los operativos de sistema artificial le estaban diciendo. Él escuchaba atento, cada palabra y a la vez, recordando un poco de sí mismo, dejando de prestar después atención.
En un comienzo, con algo de miedo en sí mismo, al ser heredero del laboratorio, tenía un poco de miedo, por lo tanto, mantuvo su identidad secreta, usaba una máscara de color negro, nadie sabía cómo lucía su físico, los científicos de ese sitio tenían cierto misterio por el joven, pues a tan sólo pocos meses de cumplir los dieciocho años, se volvió el dueño.
Estuvo así durante mucho tiempo, después se mostró a unos pocos y a veces, le gustaba volver a su hábito de ponerse la máscara. Sólo.... que ahora ya todos sabían cómo lucía el físico de él.
Sintió un poco de nostalgia al tener esos recuerdos, su mirada verde fue directo a su reflejo de sí mismo en la ventana polarizada, mirándose, era cierto que por un momento trató de darle una segunda oportunidad a Adrien, pero él solo terminó eligiendo su destino, ¿quién era él para actuar como justiciero por él sí rechazó su oferta? —unirse a sus planes—, ¿y por qué le propuso eso a Adrien?... porque le recordaba un poco a él, mirar a Adrien odiar verse a los espejos.
Adrien... en ese aspecto era como él.
Lamentable, sí, su corazón ahora se pudrió en ese día, ¿qué más podía perder sí ya había pérdido todo?...
Volvió a ver los hombres que le estaban preguntando algo. Él sólo afirmó y salió de ahí, caminando por el pasillo blanco del laboratorio y quitándose la bata, a veces era tan duro, pero otras.... sentía los problemas de su pasado que lo estaban comiendo de nuevo, pero él, sería mucho más fuerte. Empujó la puerta de su despacho y arrojó la bata de laboratorio en ese pequeño sofá, llevándose una mano a su cabello.
Llevó una mano a su cuello, sintiendo una opresión ahí al recordarla. Justo cuando se escuchó a alguien empujar con rapidez la puerta de forma brusca, apenas se dió la vuelta para ver quién era, el muchacho que entró se lanzó a él y lo agarró del cuello, sin apretarlo.
Eran Dann, el hermano de Félix, lo miraba con rabia.
—¡¿Qué no te dije desde un principio que no usarás mí imagen?! —gritó a Félix.
Él le devolvió una mirada de indiferencia a su hermano Dann, éste lo soltó. Respirando acelerado a causa de la molestia que le estaba provocando Félix.
—¡Te dije muy claro que tú con tus asuntos y yo con los míos!... ¡No debías hacerlo!... ¡¿quién te ha dado el derecho de usar mí cara, mí persona con una mujer que ni siquiera yo conozco?!... ¡eres un hijo de....
—¡Escucha bien cómo me estás hablando! —respondió Félix.
Dann le dió una mirada de 0d10 y lo miró de pies a cabeza, después se burló de su hermano.
—¡Eres un maldito cobarde, Félix! ... ¿piensas qué no sé lo qué estás haciendo? —preguntó molesto.
Félix alzó las cejas haciéndose el sorprendido.
—No me ofende tus palabras, las tuyas ni las de otro insecto... sí usé tu imagen para mostrarte en Marinette, fue justo, siendo qué....
—¡No! —gritó Dann, señalando a Félix—; ¡nada de esto es justo!... ¡¿qué planeas con inventarle esa gran mentira a Marinette sobre que es una cazadora?!...
—Es mejor eso a que sepa la verdad.
Dann volvió a reírse.
—¡¿Y según tú, cuál es esa verdad?!
Félix se apoyó un poco en la orilla de la mesa y se cruzó de brazos mirando a Dann.
—Una pésima, porque del apellido Agreste, no hay nada bueno —su mirada se oscureció en un reflejo de 0d1o y dolor.
Dann le miró un poco más calmado al verle esa expresión a su hermano.
—¿Y eso seguirás haciendo?... ¿mintiendo a Marinette que está siendo entrenada para cazar?
—Por ahora —respondió Félix.
—Papá nunca hubiera estado de acuerdo en lo qué estás haciendo —dijo Dann.
Félix lo miró, recordando un poco a su padre fallecido. Tal vez, pero ahora él no estaba ahí físicamente para impedirlo.
—No te metas en mis asuntos —dijo Félix, dándose la vuelta para tomar asiento en el escritorio.
Dann volvió a darle una mirada molesta.
—¡Pero tú no lo cumpliste!... —le gritó—; ¡A mí no me metas en tus planes!... ¡No soy como tú!... ¡No somos nada!
—Eso siempre me ha quedado claro. Pero ya lo hice.
—¡Bórralo!... ¡Bórrale mi cara a esa chica! .... ¡no quiero formar parte de tu plan, Félix! —ordenó.
Félix levantó la mirada, observando al muchacho que pedía con desesperación, hiciera que Marinette lo olvidará como un cazador más.
—Dann, cálmate. No he usado para mal tu imagen. Ella necesitaba ver más como tú, sabes lo qué eres y eso iba a funcionar.
—¿Y luego, qué? —preguntó—; cuando la pobre chica se entere que no es un embrión de ese falso proyecto, ¿qué le dirás?
—Decirle la verdad. Esto es sólo, para–
—¿Para qué la pobre crea que es una cazadora?... ¿y realmente lo es?... dudo mucho, sí es de clase alta alguien debió dar una buena cantidad de dinero para que no fuera reclutada.
—Sé lo que hago —dijo Félix.
Dann negó con la cabeza.
—¡Borra mi imagen en su cabeza!
—Imposible. Marinette creé eres un cazador, no insistas Dann. Tego un holograma que se parece mucho a ti, sí me vuelves a insistir, puedo usar tu imagen para crearte una mala reputación, ¿eso quieres?
—Como dije, m4ld1to cobarde ¡Félix!
Ambos miraron a la puerta luego de escucharse que dieron unos golpecitos; estaba una mujer joven con el cabello naranja recogido en un moño alto.
—Disculpen la molestia —expresó y miró a Félix sentado frente al escritorio—; señor, los hombres del sistema necesitan su presencia. Hay unos detalles importantes.
Dann miró a Félix.
—¿Qué cosas más estás haciendo?
Félix alzó una ceja, mirándolo.
—¿Ahora sí te interesa mis planes, hermano?
—¡Ya me has metido en tu suciedad! —exclamó—; al menos quiero saber exactamente, dónde has metido mi persona.
Félix miró a la mujer.
—Enseguida voy —ella asintió.
—Con su permiso —dijo y se retiró.
Dann no estaba muy contento con lo que hizo su hermano.
Félix se puso de pie y habló de nuevo.
—Ya que estás aquí, ¿por qué no conoces a los nuevos invitados? —propuso, refiriéndose a Marinette y Adrien.
Dann lo miró, entrecerrando los ojos.
¿Qué mierda estaba haciendo, Félix?
ESTÁS LEYENDO
JUEGO DEL MONSTRUO (en proceso)
Hayran KurguMarinette Dupain-Cheng, siendo una niña de nueve años de edad, se ve obligada a asisitir a las primeras pruebas que se hacen todos los años en Agosto, en París, Francia. No sólo ella, todos los niños son obligados a asistir, sin importar sus respect...