Capítulo 7

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† No hay peor ciego, que una persona confiando ciegamente †

La sociedad desde hace muchos años, se han divido en grupos; cazadores, monstruos, "normales", hay personas que señalan con el dedo de ser monstruos a quienes sólo defienden y no parecen estar en contra de monstruos.

Sí saben bien; los monstruos son el reflejo claro del peligro.

No deben confiar, nadie debía confiar en desconocidos, porque alguno de ellos, puede ser un monstruo. Los monstruos son atractivos físicamente, entonces, ni en una cara bonita podías confiar. Ni siquiera en esa sonrisa bonita de algún extraño.

Pero Marinette, creyó ciegamente en las palabras de aquella mancha oscura. Confió "es mi amigo imaginario", se dijo para sí misma.

Lo creyó, porque en ocasiones intentó tocar el cuerpo que parecía sólo una niebla negra, su mano en el instante traspasó, sí parecía el cuerpo humo pero muy negro... tenía la mirada en ella. Retrocedió unos pasos y lo miró atenta.

-No, no... pude... ¿tocarte? -habló con asombro la niña de once años.

Él respondió después de unos segundos mirándola.

-Te lo había dicho, es porque soy tu amigo imaginario. ¿Ahora lo crees?

La niña siguió mirándolo, sin saber sí, ¿sí? Oh no.

Ya había intentado rezar el padre nuestro en italiano; se decía rezarlo en ese idioma, era más efectivo contra los monstruos pero no funcionó, tampoco el crucifijo o el agua bendita.

Qué más opción tenía, seguro sí era un amigo imaginario sí Luka no pudo siquiera verlo o escucharlo.

-¿Me crees? -preguntó.

La niña asintió.

-Te creo -escuchar eso la mancha o mejor apodado cómo; "El hombre de Camembert", le hizo sonreír, internamente, porque no le gustaba sonreír a la vista.

No quería causarle más miedo con esos dientes.

Marinette no era buena haciendo amigos, no pudo hacerlo ni con la niña Susan; sentarse a su lado y tomar el almuerzo. Simple, no encontraba exactamente qué decir, también tenia miedo que esos amigos (sí los tuviera), la abandonarán. Cómo sucedió con Luka, todo por ese beso. Hizo mal, lo supo. Pero estaba hecho.

Después de aquél beso, se rompió todo contacto, perdió a su amigo. En clases de ballet no se dirigieron más la palabra. Ella lo esperó afuera del aula como hacían, para después practicar en su hogar; pero Luka salía de ahí, actuando como sí ella fuera inexistente ante sus ojos. Un fantasma.

Tampoco asistió a su cumpleaños, ni siquiera para darle de regalo esa biblia.

Pasó el cumpleaños sin amigos. Tenía esa cara inexpresiva y por dentro sintiendo la emoción de la soledad. Únicamente estaba acompañada de los trabajadores de su hogar y de la nana Daphne.

El festejo se hizo en el jardín y ella terminó soplando el número doce después de escuchar el canto de las mañanitas.

Incluso su padre no estuvo en el cumpleaños, porque andaba en guerras, bien podía ser por los conflictos de otros países o por estar cazando monstruos.

Pasando unos días, decidió hacer una tarjeta de disculpas a Luka.

Marinette


Me senté bajo el árbol y dejé la bolsa plástica que contenía hojas de colores, tijeras y pegamento, también plumones.

Muchos preferían ediciones digitales pero no sabía hacerlos lindos, era mejor haciendo algo con mis manos.

Le haría una tarjeta pidiéndole disculpas. Tal vez nunca debí besarlo, tal vez pude haberle pedido un consejo a mi nana Daph pero no lo hice.

Me sentí mal, me arrepentí de haberlo besado.

-Lo arruiné -dije sola, hablando sola para mí mientras recortaba esas letras-; lo arruiné todo... él... -dejé escapar algo de aire por mi boca.

Y de nuevo, escuché que se apareció eso raro.

Hubo sólo dos ocasiones en qué él se apareció (la cosa rara, la mancha oscura) pero no dijimos nada, no hablábamos y lo sabía, porque siempre ha sido con ese olor tan característico en él. Es como la lluvia, cuando se aproxima huele a tierra mojada. Así con él. Sí olía cerca a queso camembert, él estaba cerca.

No le había contado a nadie de este ser extraño porque no estaba segura de sí era real o estaba volviéndome loca. Quizá sí era el amigo imaginario después de todo.

También estaba molesta, pero conmigo misma. Había sido una estúpida por no haberle pedido disculpas durante un principio y ahora después de mucho tiempo iba a hacerlo, quizá era mejor respetar su ignorancia, pero tampoco estaba dispuesta en dejarlo así.

Y ese olor se volvió más concentrado en este sitio.

-Camembert -dije sin moverme de mi lugar bajo el árbol-, eres tú... nadie más huele tan apestoso como ese queso....

Me ignoró.

Bueno sólo mi comentario.

-¿Por qué estás molesta?...

-Cosas... -respondí.

-Esas cosas te han durado bastante, ¿no? -guardó un pequeño silencio-, he visto tus caras y gestos que haces molesta -dio una pequeña pausa-; eres la persona más amargada y gruñona que he conocido.

-Claro -respondí sin ánimo.

Hablé un poco con el amigo imaginario, después fui a buscar Luka en su casa para entregarle la tarjeta de disculpas, a mí momento desafortunado, la casa estaba sola. Una vecina de ahí, me dijo que se había ido de París, ahora estaban viviendo en Nueva York la familia Couffaine.

Agarré la tarjeta de disculpas que hice para él y la rompí, la hice pedazos. Tirando el resto en el contenedor de un basurero.

JUEGO DEL MONSTRUO (en proceso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora