Capítulo 5

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† Hablando, ¿con un ser imaginario? †

Marinette


¿Monstruo, amigo imaginario?...

El desagradable a queso camembert ocasionó tapar mí nariz.

—¿Por qué hueles a queso podrido? -me quejé—; ¿no pudiste elegir un aroma a frutos ó flores?...

—Tú lo deseaste así.

¿¡Quién me aseguraba que en realidad eso no era un monstruo?!

Lo qué hice, fue comenzar a orar el padre nuestro en italiano.

Cerré los ojos y no me detuve, pronunciando las palabras algo temerosa.

Los monstruos, normalmente se van al escuchar la palabra de Dios. Mayor parte de la población, menciona eso.

—No funcionará conmigo, soy imaginario. No voy a desaparecer con eso.

Abrí los ojos, callando. Esta vez presté atención a su cara, no se veía sus labios y pensé que eran negros como todo lo de a su alrededor, pero pude ver su sonrisa blanca y dientes...

Dientes...

Arrugué la frente al darme cuenta de ello. Su dentadura parecía ser la de un gato, dientes afilados.

—¿Qué eres? —susurré y él no apartó en ningún momento de mí su mirada sobre mí.

Mirándome con fascinación y asombro a la vez.

—Qué... ¡¿eres?! —alcé más la voz al sentirme un poco aterrada por no recibir su respuesta—, ¿tienes nombre? —pregunté enseguida sin dar tiempo.

Sólo me veía en silencio.

¿Él estaba realmente ahí o era yo quién sólo estaba soñando despierta?

—Soy tu amigo imaginario _su voz era de alguien joven y de un hombre.

—Mí amigo imaginario, pensé que esas cosas no existían.

—Ya ves que sí.

—¿Cuánto tiempo duran los amigos imaginarios?

—Hasta terminar la infancia o en el peor de los casos, hasta más tiempo.

Preferí sólo fuera hasta la infancia, pronto entraría a la pubertad.

Pareció convertirse en una mancha negra que corrió rápido detrás de un árbol.

¿Él era una mancha?

—¿Puedes volver a mostrarte? —pedí.

—No —contestó él—; los otros niños corrieron al verme. Casi no les gusta que yo sea su amigo imaginario.

—Pe- pero, ¿por qué?... —dije desconcertada.

—¿Por qué me sigues respondiendo?

—Humm —apreté mis labios—, porque... me estás respondiendo, no me estás dejando con las palabras en la boca —solté mis labios y sonreí un poco.

—¿Por qué eres tan preguntona?

—Porque tengo todo el derecho a interrogar a un desconocido que está pisando la propiedad de Los Dupain.

—No soy del todo un desconocido, seré tu amigo.

—Me cuesta un poco creer en eso.

—En serio, ni siquiera tu amigo me puede ver.

Seguí buscándolo con la mirada pero no podía ver nada, en pocos segundos llegó un viento fuerte que se sintió primero a un golpe chocando en mi cuerpo. Me obligó a cerrar los ojos.

JUEGO DEL MONSTRUO (en proceso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora