Capítulo 46 - ¿Nuevo lazo?

13 3 0
                                    

Y ahí estaba.

Cansando y herido, en una camilla de metal, luego de una nueva extracción de sangre por parte de Yumiko, y no sabía cuántas torturas y rondas de sexo por parte del pelirrojo que tenía como dueño. Desnudo y cubierto sólo con una sábana manchada con su propia sangre, su mirada en el techo donde se encontraba un foco que apenas iluminaba algo de la habitación.

— ¿Por qué...? — Susurró débilmente, a la espera de una respuesta.

Que nunca llegó...

Se incorporó lentamente en la camilla, su mano débilmente sujetaba la delgada sábana para tratar de cubrise. El lugar estaba en completo silencio, que se escuchaban las gotas de agua caer desde las tuberías expuestas hacia el piso metálico.

La sangre que lentamente se derramaba por la camilla y caía al suelo, haciendo un charco de sangre bajo sus pies.

Pronto, un zumbido llegó a sus oídos, acompañado de punzadas en su cabeza, que si no fuera porque estaba solo, creería que alguien estaba intentado clavarle clavos con un martillo en su cráneo.

Un suave quejido salió de sus labios, su cuerpo temblando por las heridas abiertas y anteriores, que no fueron tratadas correctamente. Cubierto de su propia sangre, repleto de cortadas, quemaduras y moretones casi del color del carbón. Cabello enmarañado y con las puntas quemadas, ojos con un niño brillo...

...a nada de apagarse.

— Karma... sempai... —.

Su estómago comenzó a revolverse, su garganta empezó a picar. Comenzó a toser de manera descontrolada, el sonido haciendo eco en la habitación, que hacía que el ruido fuera incluso las estridente de lo normal.

Cayó al piso, sus piernas en el charco de sangre, una mano resbalando gracias al líquido carmesí, pero logrando apoyarse con la otra. Una tos que le quemaba la garganta, cuando comenzó a vomitar. Un vómito que se mezclaba con la sangre en el piso, pero luego hasta el propio vómito salía acompañado de sangre... las lágrimas que resbalaban por sus mejillas pronto también se unieron a esa horrible mezcla de fluidos.

La habitación se quedó en silencio cuando terminó por desechar hasta lo último de lo poco que había comido hacía unas horas.

¿Por qué?... ¿por qué? —.

Pronto los sollozos comenzaron. Lágrimas que caían de sus orbes violetas, en su mente, preguntándose lo que había sucedido... cómo llegó a ese lugar... que tanto mal había hecho en su vida para terminar así.

Y de la nada, dejó de escuchar... nada entraba por sus oídos...

...pero su garganta dolía como el demonio.

~ • ~

— ¡JAJAJAJA! —.

Las risas estridentes salían de aquella habitación, la puerta decorada con calcomanías rosas. En el pasillo, estaban Shinigami, Timberland, Style, y su "hijo", que estaba acompañado por cierto chico de cabello del color de la plata, con sus ojos de oro.

— ¿Qué está... pasando? — Con voz dudosa, con un tono de miedo, estaba ese chico, refugiándose en los brazos de su "familia".

De la habitación no sólo estaba el sonido de risas maniacas, psicóticas... sinó también el ruido estridente de cristales rompiéndose y cosas cayendo sin cesar al suelo. Golpes en el piso, paredes, incluso en la propia puerta, que estaba en ese momento, cerrada con candado para evitar que la persona adentro saliera.

— No te preocupes, Ito–kun... nee–san sólo necesita un tiempo a solas — Karma, sin embargo, se veía completamente tranquilo — Onii–chan, papá, mamá, voy a llevar a Itona al bar — Avisó.

Los adultos sólo asintieron.

Me recuerda a los gritos de Ritsu–chan... — Itona se refugió en el menor.

Karma tomó a Itona de los hombros, caminando alegremente a las escaleras, cuando su atención fue captada por el abrir de una puerta. Su sonrisa se ensanchó al notar a su querida mascota, que en sus manos cargaba a un pequeño conejo blanco.

— Gakushū–kun, veo que juegas con Miko — Dijo infantilmente.

El mayor lo vio, asintiendo en silencio, su garganta estaba cubierta por vendajes blancos.

— ¿Tu garganta aún no se cura? —.

Negó.

— Bueno, ¿quieres venir conmigo e Ito–kun?, vamos a ver una película en el bar — Mencionó, con voz animada. Itona sólo viendo en silencio al mayor, con el que no había tenido la posibilidad de hablar todavía.

Gakushū centró su mirada en Itona... y luego asintió.

Los jóvenes bajaron las escaleras. En el bar, Itona y Gakushū se sentaron en uno de los sofás que estaban pegados contra la pared, mientras que Karma se iba a la barra/cocina a preparar algunas palomitas.

— ¿Asano, verdad? — Itona miró a Gakushū.

Él negó.

— Ga–... — Tosió un poco — G–Gakushū... — Susurró.

— ¿Gakushū Asano? — El menor ladeó la cabeza, sin terminar de entender lo que el mayor trataba de decirle.

Negó.

— ¿Sólo Gakushū? —.

Asintió.

Se quedaron en silencio, realmente no tenían un verdadero tema de conversación. Gakushū miró sus alrededores, Karma estaba luchando a capa y espada en la barra para tratar de abrir la bolsa de palomitas. Luego llevó su mirada a la mesa frente a ellos, había hojas blancas y crayones pertenecientes al pelirrojo.

Tomó una hoja, y comenzó a dibujar algo.

Itona lo miró con curiosidad, observando como Gakushū dibujaba a cinco personas, más los dibujos no eran detallados, realmente parecían hechos por un niño... círculos para las cabezas, líneas rectas para las extremidades, y rayas para dibujar el cabello.

— ¿Esa es tu familia? — Se atrevió a preguntar.

Asintió... y luego negó, tachando las caras de los hombres menos la suya, y en el dibujo de la mujer, dibujó alas blancas.

— Yo... también tenía una familia... — Susurró.

Gakushū le pasó una hoja y crayones.

Itona comenzó a dibujar, casi igual al mayor. Dos adultos y él — Ellos... me dejaron en la calle, su empresa quebró y ya no podían mantenerme... — Su mirada se oscureció, dibujando después otro adulto, pero él con una bata blanca — Él me recogió, él dijo que sería mi familia... —.

Gakushū ladeó la cabeza.

— Y... conocí a alguien, se llamaba Ritsu — Sonrió levemente mientras dibujaba a alguien más, pero con el cabello lavanda y destellos rosas — Ella era como mi hermana en ese lugar, pero... ese hombre le hizo algo, no se qué, pero... pronto dejó de sonreír... y luego ese hombre me dejó en la calle... al igual que mis padres —.

De repente, Itona sintió la mano de Gakushū en su hombro, levantó la mirada...

Gakushū sonrió.

.
.
.
.
.

Juro que ya no sé lo que estoy haciendo, esta cosa se está controlando sola :<

Hasta regresar a mi hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora