Capítulo 49 - Ritsu

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El silencio era abrumador.

Caminaban en silencio por los largos pasillos se aquella instalación oculta. Las paredes y el suelo estaban manchadas de sangre, y ese bello color carmín goteaba del techo. La iluminación era tan mala que apenas veían por dónde caminaban, incluso algunas lámparas colgaban, completamente destrozadas.

— ¿Por qué seguimos aquí? — Yumiko preguntó en voz baja, mirando de reojo a Shinigami.

— Están buscando a alguien —.

Nobunaga apuntó frente a ellos. Karma e Itona caminaban tranquilamente, observando sus alrededores con la poca luz que había en el lugar. Mientras Karma jugaba con una jeringa con un líquido verdoso, Itona parecía ser el único que buscaba realmente algo.

— ¿A quién? —.

— ¡Nee–san! —.

La atención de los adultos fue llamada por la voz de Itona. El de ojos oro corrió hacia una habitación en especial. La puerta era de metal y estaba cerrada con candado, pero en la pared había un gran cristal que dejaba ver el interior de la habitación, donde se veían las pareces acolchadas pero el piso de concreto.

Lleno de máquinas de soporte vital y otros instrumentos, y en una silla, estaba una adolescente de cabello lavanda y reflejos rosas.

Piel blanca y fina, tan delicada que con un roce se rompería. Cabello demasiado largo, llegando hasta el suelo, completamente sucio y sin brillo alguno. Delgada, casi en los huesos. Con una camisa de fuerza y amarrada por medio de correas a la silla. Tenía múltiples cables conectados a su cabeza, otros insertados en sus brazos, transfiriendo sangre y otros fluidos desconocidos.

En su boca, un tubo que por el momento estaba apagado, sin transferir nada.

— ¡Nee–san! ¡Estoy aquí! ¿¡Me escuchas!? — Itona decía, golpeando inútilmente el cristal, que parecía resistente a la fuerza que había adquirido gracias a los experimentos.

La mirada de los adultos se oscureció.

— Niño gato, aleja a Horibe del cristal. Ahora — Ordenó con seriedad.

Karma asintió fugazmente, entregando la jeringa que había encontrado tirada en el piso a Yumiko, para después acercarse a Itona. Colocó una de sus manos en su hombro, sonriendo tranquilamente.

— Ito–kun... Ayudaremos a tu hermana... pero te necesitamos fuera de esto —.

Sin brillo en sus ojos, sin la sonrisa que tanto lo caracterizaba... movió hábilmente sus manos por Itona, en sus puntos vitales hasta dejarlo desmayado. Mostró indiferencia ante el cuerpo inerte que ahora tenía entre sus brazos, lanzándolo a un lado de él, pero siendo atrapado rápidamente por Gakushū.

— ¿Q–Qué le hiciste? —.

— ¡Nada! Sólo lo desmayé un poquito, despertará en un rato — Karma volvió a sonreir — Ahora, házme el favor, Gakushū–kun. Ve a las alarmas y activalas, ¿quieres? —.

— Joven Karma, no creo que sea lo adecuado — Timberland trató de intervenir.

— Tranquilo, mamá, sé lo que hago — Karma sonrió inocentemente, mientras que Gakushū, sin otra opción, y con el cuerpo de Itona en sus brazos, se retiró del lugar, en busca de la habitación de seguridad del edificio.

— ¿Qué quieres hacer, niño gato? —.

— Algo que aprendí de estos lugares, es que cuando se activa las alarmas de emergencia, todas las puertas de los laboratorios se abren, pero las puertas del exterior se cierran. Cuando Gakushū las active, podemos entrar sin problemas — Explicó con una perturbadora voz aniñada, tocando el cristal con sus manos, y mirando con intriga el interior.

Como sí estuviera en alguna exhibición de un zoológico.

— Pero nos quedaremos encerrados — Yukiko habló después.

— No con esto — Sonrió mientras sacaba algo de la mochila que había traído para la ocasión... dinamita.

— Creo que comienzo a entender —.

— ¡Déjenme! ¡Siempre quise hacer eso que hacían en las caricaturas! — Karma chilló, haciendo un puchero mientras fruncía suavemente el ceño, inflando sus mejillas.

— Adorable —.

Timberland sonrió levemente, acercándose con un paso tranquilo y colocando la palma de su mano sobre la cabeza del joven pelirrojo. Revolvió sus cabellos, mientras que con su mano contraria, sacaba un encendedor y una caja de cigarros.

No era un fumador, bien los cigarros eran de Style, pero necesitaba más que nunca la nicotina que contenían.

— Me voy a retirar, tengo que reunirme con algunas personas — Avisó.

— ¡Okay! — Con una sonrisa, Karma asintió como un niño pequeño — ¡Cuídate! —.

Si el 'cuídate' era un deseo, o una amenaza, quedaba al libre albedrío la respuesta. Que quizás realmente ninguno de los que estaban presentes querían conocer.

~ • ~

— ¿Ya vendrá? ¡El clima es horrible, mi cabello se va a arruinar! — Con una voz chillona e irritante, la mujer se quejaba mientras veía con impaciencia el reloj de oro en su muñeca, mientras que en su otra mano tenía su teléfono móvil, la pantalla mostrando una llamada perdida, con el nombre de "Onii–chan".

— Calma, niña. Estará por llegar — El hombre respondió con una voz profunda, mirando la salida de aquel edificio, de donde una sombra salía — Te tardaste —.

— Disculpen la tardanza — Con un brillo perdido, observó a los adultos que lo habían estado esperando. La tranquilidad que antes se veía en su rostro, había cambiado por una inquietante seriedad — No es fácil salir de un edificio casi en las ruinas. Me sorprende que la policía no haya llegado todavía —.

— ¿Cómo se encuentra el chico? —.

— Ah, ¿qué puedo decir? El joven Karma parece cada vez más alejado de la humanidad. Ahora mismo, no puedo saber el destino del joven Asano o Horibe, y ahora con la llegada de la joven Ritsu, creo que esto solo puede terminar de dos maneras —.

— ¿Tienes otro de esos? — Alzó una ceja, apuntando al cigarro prendido en la mano izquierda de Timberland.

— Creí que habías dejado tu mal hábito de fumar —.

— Los cigarros que consigue tu novio son los pocos a los que aún guardo aprecio — Respondió con voz tranquila, tomando después uno de los cigarros de la caja que ahora Timber le ofrecía.

— ¿Cómo sabes qué son de él? —.

— Jamás compras los tuyos propios — Con el cigarro ahora prendido, dió una lenta y profunda calada, exhalando después el humo.

— En eso tienes razón... Irina —.

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Supuestamente buscaría la forma de terminar esta historia con el capítulo de la carta, ese se suponía que sería ya el final de todo, explicando por qué sucedió todo esto.

Luego me di cuenta que la carta no contaba casi nada más que algunas cosas, y aún no había cumplido con lo que Karma quería hacer.

La historia se está extendiendo más de lo que llegué a creer.

Esta cosa se controla sola.

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Hasta regresar a mi hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora