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Ruslana mantuvo la mirada en ella, la mujer se le hacía familiar, sabía que la había visto, pero no recordaba donde.

Denna bajó de su coche y caminó naturalmente a ella, se detuvo delante y la observó al detalle un momento, rebuscó en su bolsillo y la mirada curiosa de Ruslana seguía su acción.

La rubia mostró una tarjeta.

—¿Eres Ruslana?— preguntó Denna.

—Sí...— observó la tarjeta —Esa tarjeta es mía, de mi taller, ¿por qué?— preguntó dudosa —¿Tienes alguna queja?—

—No— volvió a guardar la tarjeta —Solo vine...a darte las gracias.—

—¿De qué?— se notaba confundida.

—¿Por lo el otro día?— preguntó incrédula, pero Ruslana seguía viéndose confundida —¿No me recuerda?—

—Lo siento, pero no.—

—Pero hace solo dos días que me ayudó con mi coche— señaló —Se había quedado varado en plena autopista.—

Ruslana comenzaba a recordar.

—Ah, es verdad— asintió —Pero usted ya me pagó.—

—Sí, pero no creo que sea suficiente, gracias a usted llegué a tiempo a una importante reunión de inversionistas.—

—Y...— quería que siguiera.

—Que si no hubiera llegado, la empresa de mis padres hubiera perdido millones en dinero.—

—Mmm, pues que bien que no pasó, ¿verdad?— alzó los hombros —Me alegro que le haya ido bien pero como verá...— señaló el capó abierto de un viejo coche —Estoy trabajando, no necesito más agradecimiento, con lo que me dio me es suficiente.—

—Sí, pero...con lo que le di no me es suficiente con lo que hubieramos perdido.—

—¿Qué es lo que tiene en mente?— volvió a ponerse la careta y se encorvó para seguir trabajando.

—Pensé que...no sería mala idea invitarla a comer.—

Ruslana volvió a enderezarse.

—¿Perdón?—

—Sí, como una muestra de agradecimiento, llevarla a uno de los mejores retaurantes de Barcelona.—

Ruslana se levantó la careta y sonrió por un momento bajando la mirada, negando, era increíble que no podía estar ni un solo día recibiendo invitaciones de sus clientes.

—Lo siento— la miró —Pero no puedo aceptar.—

La sonrisa de Denna se esfumó.

—Pero... ¿Por qué no?— preguntó extrañada, era la primera vez en su vida que la rechazaban una invitación.

—No hay un porqué, simplemente no lo deseo— respondió de la manera más amable que pudo —Mi trabajo es arreglar coches, no estoy interesada en salir con mis clientes.—

—Pero...— estaba muy confundida —¿Por qué?— volvía a preguntar más incrédula.

—Lo siento, mire, si no tiene algo más que decirme, tengo que seguir, ¿tiene algún daño su coche?—

Hubo un leve silencio.

—Eh...— estaba sin palabras —No...— veía confundida a la pelirroja, ella solo asintió y volvía a ponerse la careta para seguir soldando.

Denna, aun sin poder creerlo, giró sobre sus talones y caminó a su coche. Subió a él y se cerró la puerta, quedándose solo allí, con la mirada perdida.

Lovesick GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora