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La mansión Ruiz recibió de vuelta a la menor de la familia, Denna ingresaba nuevamente con misma bicicleta con la que se había ido pero en esta ocasión su cabello estaba completamente empapado y sus mejillas y manos tenían rastros de aceite de coche, pero en lugar de los sirvientes verla molesta en como se veía, ella traía una sonrisa en los labios.

Dejó la bicicleta a una de los empleados y corrió al interior para poder cambiarse, pero su sonrisa desapareció al encontrarse con la mirada seria de su hermano mayor, observándola desde lo alto de las escaleras.

—Juanjo...— pronunció avergonzada al ver como la observaba de pies a cabeza, notando la suciedad en sus mejillas, manos y parte de su ropa.

—¿Por qué estás así?— preguntó sin cambiar su expresión.

—Yo.. fuí a llevar mi coche al taller, en el camino se me complicó un poco y... Por eso estoy así— evitaba la mirada de su hermano.

Juanjo mantuvo silencio un momento, la había visto hace segundos bajar de esa vieja bicicleta y por lo que sus sirvientes le habían dicho, el día anterior había regresado de la misma manera.

Sus padres trabajaban el mayor tiempo fuera de casa, había sido así desde que ellos eran unos niños, así que Juanjo prácticamente había criado a su hermana y hasta ahora aun era el encargado de cuidarla, y faltaban tres años para que ella cumpla veintidós.

—Ve a cambiarte— mandó.

—Sí...— comenzó a subir las escaleras y pasó por su lado, apresurandose a llegar al pasillo donde se encontraba su habitación.

Denna era temerosa con él, ya que su hermano era muy estricto en como debía de verse y en como debía de comportarse, para él era muy importante el estatus social, sobretodo el de su familia.

—Luis— pronunció el nombre de su empleado y este se acercó a su lado de inmediato.

—Dígame señor— mantenía la mirada baja.

—Averigua donde va y dímelo en cuanto lo sepas— fue la orden que dio antes de dirigirse a la salida, tenía una reunión importante con algunos inversionistas y no tenía tiempo para tonterías.

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Mientras Chiara posaba ante el fotógrafo de la revista, Violeta esperaba con los brazos cruzados apoyada en la pared de uno de los pasillos del edificio.

No podría creer que en serio estaba en las oficinas de una revista, y que la señorita Chiara sea... ¿Famosa? Ella jamás la había visto en alguna portada de revista o periódico, o quizás era porque nunca compró uno y solo leía los encabezados cuando pasaba por los quioscos.

—¿Violeta?— la pelirroja levantó la mirada y sonrió al ver su amiga de la infancia frente a ella —¿Qué haces aquí?— preguntó feliz por verla.

—Salma— Violeta se enderezó y su sonrisa no se borraba de sus labios —La señorita Oliver está en una sesión de fotos, no sabía que era famosa,
¿puedes creerlo?—

—¿Así que está aquí? Vaya, nos tocó la misma revista.—

—¿También vas a salir en una revista?— preguntó asombrada.

—Sí— sonrió ante su expresión —Pero yo ya estaba por irme, mi sesión ya terminó, y mira— rebuscó en su bolso que colgaba a un lado de su cintura, sacando una fotografía —Me dejaron llevarme una, es mi favorita— estiró su mano para que la tomara.

—No es extraño que salgas en revistas— admiraba la foto —Eres muy guapa.—

Salma no dejaba de verla, y tuvo que disimular cuando la pelirroja levantó la mirada para entregarle la foto.

Lovesick GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora