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En el taller de la familia Pachynshyna, su primo eran quien había tomado el lugar de Ruslana hasta que ella volviera. Apenas había pasado unos cinco minutos cuando tuvo que salir del debajo del coche cuando vio una silueta acercarse.

Se deslizó hacia afuera y desde el suelo observó curioso al elegante y serio muchacho quien parecía estar analizando todo el taller.

—¿Sí?— Martin se levantó y tomó el trapo de su bolsillo para limpiarse las manos llenas de grasa de coche.

Esto a Juanjo le pareció desagradable.

—¿Se encuentra Ruslana?— su voz fue neutral.

—¿Quien la busca?— colgó la toalla en su hombro y se cruzó de brazos.

—¿No me conoce?— preguntó, para luego sonreír al tener una idea del porqué —No sé porqué me sorprende, seguro que ni siquiera tendrá un televisor— rió sí mismo.

—Oigame, pelos de choclo— hizo que borrara su risa —¿Vino solo a ofender o a qué? Ya hable que no tengo todo el día.—

Juanjo tensó la mandíbula por tal falta de respeto de ese muchacho, pero mantuvo la calma.

—Vuelvo a preguntar— fingió una sonrisa —¿Se encuentra Ruslana?—

—Y yo vuelvo a repetir— Martin imitó su falsa sonrisa —¿Quien la busca? ¿Está sordo o qué?—

Juanjo sonrió con arrogancia y comenzó a reír,
¿En serio lo estaba tratando así?

—Ok, vayamos al punto, quiero comprar este lugar, solo dígame el precio.—

—Esto no está a la venta— respondió de inmediato —Mejor váyase— giró para seguir trabajando.

—¿Le parece unos diez mil euros?— sacó su celular —Es mucho para un lugar como este,
¿Tiene al menos una cuenta bancaria?—

—Ya le dije— lo miró sobre su hombro —No lo estamos vendiendo.—

—Deben saber que no depende si quieren o no, tarde o temprano seré el nuevo dueño, solo quiero darles una oportunidad de no irse con las manos vacías.—

Martin frunció los ceños al oírlo.

—¿Qué?—

—Solo dígame el precio.—

—Le dije que no está a la venta— lo observó, furioso —Fuera del taller— alzó la voz —¡Váyase!—

—Ustedes siempre quieren darse de los dignos, pero está bien— volvió a ver su celular —¿Le parece bien veinte mil? Estoy siendo muy generoso.—

—Amigo...— Martin giró a sus espaldas y caminó directo a la manguera, tomándolo como si fuera a seguir trabajando —Le doy tres segundos para que se vaya— volvió a su lugar al lado del auto —O se retira por las buenas... O se retira por las malas.—

Aquello era el único sustento de Ruslana y estaba seguro que ella no lo vendería ni por todo el dinero del mundo, ya que también era el único recuerdo de su padre, quien trabajó en eso toda su vida para poder cuidarla.

No sabía quién era ese tipo, pero si se metía con su prima, se metía con él.

—Está bien, ¿Quieren treinta m...— Juanjo no pudo seguir hablando cuando Martin soltó el chorro de agua con tal fuerza que cayó entre tropezones directo al suelo —¡Pare!—

Comenzó a escapar torpemente, Martin lo seguía tranquilamente mientras no paraba de empaparlo directo en el rostro.

—Gracias por ser tan amable en retirarse— Martin sonrió a lo lejos.

Lovesick GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora