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Como Violeta ya lo esperaba, Chiara no se veía entristecida por irse, metía solo algunas prendas que había usado en la mochila y sus zapatillas también iban dentro, después de todo no los iba a necesitar, estaba segura que un closet completo la esperaba con ropa fina y elegante.

La sonrisa emocionada de la morena entristecía más a la pelirroja, no entendía porqué había tenido esa pequeña esperanza de que Chiara se haya encariñado con ella, se sentía una tonta.

—¿Quieres... Que te lleve en mi bicicleta?— se ofreció Violeta, inconscientemente quería hacer más tiempo para estar con ella.

—No te preocupes— colocó su mochila en su espalda —Mi padre envío un coche— había recibido un mensaje en cuanto Violeta le había entregado de vuelta su móvil.

—Está bien...— jugaba con sus manos —¿Quieres que te acompañe?— volvía a pedir.

—No, Violeta— giró a verla con una sonrisa —Pero gracias— tomó su gorra, el claxon que provenía de afuera le dió aviso que habían llegado por ella, ambas se miraron por unos segundos, Chiara sonrió con nostalgia y sin decir nada, abrazó por los hombros a Violeta —Gracias.—

Violeta, dudosa, rodeó su cintura con sus brazos y sonrió de igual manera, sabía que iba extrañar pasar sus días con ella, no sería igual con tan solo trabajar en su jardín.

Chiara se alejó, bajó la mirada apenada y sin atreverse a mirarla, se dirigió directo a la puerta, saliendo de la casa de Violeta.

La pelirroja se quedó mirando la puerta, sintiendo nuevamente ese vacío en el centro del pecho.

—Buenos días, señorita— saludó el chofer —Un gusto volver a verla.—

—Sí, también— asintió sin darle mucha importancia, su mirada estaba en el vecindario, los que habían sido sus nuevos vecinos y el puesto de Doña Lely que se veía a lo lejos, aún cerrado —Conduce— ordenó, iba a extrañar aquel lugar.

El coche comenzó a avanzar y detrás de ellos venía otro camión, en ellos estaban todas sus mascotas que no entendían lo que estaba pasando.

Estaban casi todos, menos uno es especial, Violeta se había quedado con Feredico, el pequeño gallo sin plumas que no la dejaba en paz, se había encariñado y prometió a Chiara cuidar de él.

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Ruslana caminaba por los pasillos del último piso, cuando vió a Denna retirarse al ascensor junto a su bolso. Se apresuró a alcanzarla y deteniendo el cierre de las puertas con su mano, vió extrañada a la rubia quien ya estaba dentro.

—¿A dónde vas?—

—Tengo que irme— respondió tranquila —Mi amiga regresa y tengo que recibirla, si me disculpas— volvió a presionar el botón, pero Ruslana no se quitaba de la puerta —¿Qué haces?—

—No puedes irte en pleno horario laboral— respondió con duda.

—Soy parte de los inversionistas, no soy tu empleada— respondió seriamente —¿Puedes retirarte?— empujó levemente a Ruslana fuera del ascensor, pero vió extrañada como la pelirroja ingresaba a su lado antes de que las puertas se cierren.

Decidió ignorarla y esperó a que el ascensor baje.
Ruslana la observó de reojo y notó que estaba hablando con alguien por mensajes, se sintió incómoda cuando la vio sonreír.

Denna detuvo su sonrisa cuando escuchó el sonido de una notificación en Ruslana.

La pelirroja sacó su móvil y también sonrió al ver el mensaje, de inmediato se puso a responder.

Lovesick GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora