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Salma esperaba una respuesta por parte de Violeta, tenía las esperanzas de que sintiera lo mismo pero esa mirada perdida no era buena señal, ella parecía pensativa.

—Violeta...— quiso acercarse pero la pelirroja retrocedió de inmediato.

—Salma— levantó la mirada a ella —No quiero lastimarte, eres alguien guapa, amigable, pero eres...— pronunció apenada —Eres mi mejor amiga— fueron palabras hirientes para la chica —Ya no te veo de otra manera.—

—¿Ya no?— preguntó dolida.

—Antes... También me gustabas— bajó la mirada —Pero ahora a cambiado.—

—¿Te gusta alguien más?— preguntó seriamente, no podría ser Chiara, era imposible.

Violeta mantuvo silencio unos segundos, y asintió levemente.

—Sí... Me gusta alguien más— pensó en Chiara —Lo siento.—

—No, está bien— habló por lo bajo —Solo... Quise venir y decírtelo, lo que hizo Chiara me animó mucho y me dió el valor que necesitaba.—

—¿Lo que hizo Chiara?— volvió a verla.

—¿No te lo dijo?— fingió sorpresa, Violeta negó —Ella está ahora en una cita, se va a declarar— pudo ver la tristeza en los ojos de pelirroja —Y fue ella quien me mandó a avisarte que ya no te necesitaba, yo la ayudé con los arreglos de las flores y en cuanto me lo contó, me dió el valor que necesitaba.—

Violeta desvió la mirada, sentía que sus ojos se humedecian y no quería que se notara, sería muy vergonzoso para ella.

—Entiendo...— asintió, fingiendo una sonrisa —Que bien por ella, me alegra.—

—Tambien estoy felíz por ella, se ve muy enamorada— volvió a acercarse con lentitud, tomando su mano y aprovechando que Violeta se sentía frágil, acarició su mejilla —Así como tú me tienes a mí— ambas se miraron —Dame una oportunidad... Solo te pido una.—

La pelirroja iba a responder, cuando un fuerte ruido se escuchó a su izquierda, del coche de Salma salía una chica de cabello rubio y había cerrado la puerta tan fuerte por su molestia, que ahora solo se alejaba sin mirar atrás.

—¿Quien es ella?— preguntó Violeta.

—Luego te llamo, ¿Sí?— dejó a la pelirroja confundida, Salma se apresuraba a alcanzar a la chica de gafas —¡Leire! ¿A dónde vas?— la perseguía, no podía dejarla sola caminando por una calle que no conocía —¡Leire! ¡Espera!— no le hacía caso, se sentía dolida, molesta y sobre todo, se sentía una tonta.

Violeta volvió a bajar la cabeza, tenía que volver a casa, ya no había razón para ir donde Chiara, seguro ella estaba de lo más feliz con la persona que le gusta, ella solo sería un estorbo.

Tomó su bicicleta y se encaminó de regreso a casa.

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Chiara esperaba sentada en la mesa que había decorado, en el fondo tenía la esperanza de que Violeta llegara, pero no había sido así.

Sostenía un vaso mientras se encontraba pensativa, con expresión seria, sus empleados se miraban entre sí en sus respectivos lugares, temiendo que el humor de la morena los perjudique a todos.

Todos cerraron los ojos y se mantuvieron en sus posiciones cuando Chiara se levantó y lanzó el vaso contra el suelo, parecía molesta pero sus lágrimas caían por sus mejillas.

—Saquen todo esto— mandó dolida —¡No quiero ver ni un solo rastro de esta mierda!— sus empleados se apresuraron a obedecer sus órdenes, temerosos, quitaban las luces, las rosas, la cena.

Lovesick GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora