44

2.8K 137 1
                                    

La casa estaba en silencio, la sala vacía, el resto de dormitorios a oscuras y absolutamente nadie al rededor de la gran mansión.

El lugar solo les pertenecía a ellas, no tenían porque controlar sus gemidos con el temor de que alguien las escuchara.

Las sábanas aún las cubría y Violeta no apartaba la mirada del rostro de Chiara, veía sus expresiones de placer mientras ella la penetraba con sus dedos.

Besó su mandíbula y dejó pequeños besos en su cuello, volviendo a verla de cerca. Las manos de Chiara se aferraban a las sábanas blancas, el pulgar de Violeta apretaba su centro y seguía penetrandola, ocasionando más placer en ella.

Sus piernas abiertas se movían indecisas, sus caderas recibía sus dedos gustosas y su espalda levemente levantada mientras gemía cuando
Violeta fue más rápido.

Casi regaña a la pelirroja cuando esta se detuvo, pero su centro se contrajo de la excitación al verla acomodarse entre sus piernas, ambas disfrutaron el contacto de sus centros y leve movimiento que Violeta hizo hacía arriba para acomodarse mejor.

Volvieron a unir sus labios y la pelirroja sostuvo una de las piernas de la morena, la hizo colocar en su cadera para tener un mejor control, comenzó un vaivén, al principio lento y delicioso.

Con cada movimiento con más presión y rapidez, era excitante y placentero para Violeta escuchar los gemidos de Chiara, las manos de la morena se sostenían de sus brazos y la respiración jadeante de ambas llenaba la casi oscura habitación.

La cama se mecía ante sus movimientos, sus cuerpo sudorosos pero no cansados, la luz de la luna que iluminaba el rostro de la morena, el abdomen de Violeta que se contraía ante cada embestida, era algo que habían estado deseando
desde mucho.

Violeta se escondió en el cuello de Chiara cuando llegó a su éxtasis, gimiendo jadeante cerca de su oído, sus movimientos fueron bajando la intensidad y al ver que Chiara también estaba cerca, bajó su mano comenzando a darle placer con sus dedos hasta que Chiara también llegó.

Sus dedos seguían paseando por los pliegues de su vagina y levantó la mirada, sonriendo cansada al ver a Chiara respirar agitada, besó su mejilla con cariño y fue cuando la morena también sonrió aún con timidez y sonrojada.

—¿Ya te cansaste?— Violeta preguntó besando al rededor de sus tetas.

—¿Por qué?— la morena tomó su mentón, atrayendola en un corto beso.

—Es que yo quiero seguir...— ambas sonrieron complices —Pero si ya estás abuela te entiendo.—

Chiara la empujó fuera de la cama —¡Oye!
Abuela tú, yo soy más joven— se cubrió con las sábanas que Violeta se había llevado con la caída.

—Cariño, solo lo dije de broma— subió a la cama y quiso taparse, pero Chiara se había envuelto por completo —Kiki, hace frío— no recibió respuesta —Chiara, tengo el culo al aire, me voy a congelar.—

La morena aguantaba la risa.

—Está bien— abrió la sábana y Violeta entró entre sus brazos, ambas comenzaron a reír cuando la pelirroja la atrajo de la cintura y comenzó a besarla de manera juguetona.

^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^

Al amanecer, Violeta despertaba con pequeños y tiernos besos en su nariz, sonrió adormilada y abrió los ojos para encontrarse con su bella novia.

En su lugar encontró frente a ella a una enorme rata mirándola, Violeta gritó aterrada y volvió a caerse de la cama con todo y sábana.

—¿Qué pasó?— Chiara llegaba corriendo, tenía puesto una bata blanca y traía el cabello húmedo.

Lovesick GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora