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En la mansión de Salma, la rubia salía del baño usando una ropa completamente nueva y limpia, se había duchado y ahora su cabello se veía más suave, algo que a la chica le gustó al verla salir con timidez.

—Te ves linda así— pronunció Salma al acercarse —Ven— tomó su mano y la guío a la cama, haciendo que se sentara —Vamos a curar esas heridas.—

—¿Eso duele?— señaló Leire, la Salma tenía una mini botella con un líquido extraño.

—No— lo abría —Esto hará que la herida seque.
Iba limpiando con cuidado, Leire trataba de no verse nerviosa pero su cercanía se lo hacía difícil, sus facciones eran perfectas y su sonrisa... La típica sonrisa que te hace suspirar.—

—¿En qué piensas tanto?— preguntó Salma mientras pegaba la tirita sobre su nariz.

—En nada— respondió de inmediato —No estoy pensando nada— negaba.

—Por esta vez te creeré— le sonrió ¡deja de sonreír! —Ahora te guiaré a tu habitación, vamos— ofreció su mano.

Leire la tomó con timidez y Salma caminó con ella, la casa era sorprendentemente grande que sorprendía a la rubia, hasta podrían hacer una carrera de mini coches en todos los pasillos.

Salma se detuvo frente a la puerta que se encontraba al último pasillo, justo frente a su propia habitación, la abrió e ingresó sin soltar su mano, la rubia quedó maravillada por la enorme habitación, era casi del mismo tamaño que del baño, y para agregar, tenía una hermosa vista al exterior.

—Esto es la mitad de mi casa...— pensó en voz alta y Salma rió ante lo dicho.

—Estaré en mi habitación por si necesitas, puedes usar esta habitación como si fuera la tuya— se retiró sonriendo aún por la cara de asombro que no se le quitaba a Leire.

La rubia escuchó que cerró la puerta y asegurándose de que haya sido así, corrió directo a la cama y se lanzó en ella, riendo cuando rebotó un poco por el salto.

—Que suave es— se escabulló dentro de las sábanas y se abrazó a ellas —No quiero salir de aquí— se acurrucó.

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Después de jugar muchos juegos donde implicaba más premios, Violeta no encontró mejor solución que meterlos en una gran bolsa y llevarlos en la espalda.

—Chiara, espera— se apresuró a correr y detener la mano de la morena cuando estaba por pagar otro juego con más regalos —¿Te parece si jugamos a otro juego?— pidió casi suplicando, si seguían así hasta tendrían negocio propio
vendiendo peluches.

—Mmm— lo pensó —Está bien, ¿A qué quieres jugar?— preguntó sin expresión alguna.

—Bien...— buscaba con la mirada, debía encontrar un juego distinto pero ya —¡Ese!— señaló sin pensarlo demasiado, Violeta agrandó los ojos nerviosa al darse cuenta qué juego había señalado.

Era un túnel para parejas dónde un bote en forma de cisne los paseaba, había muchas parejas abrazadas entrando y otras incluso besándose.

—Si tanto insistes— la morena caminó primera y
Violeta se regañó mentalmente.

—Espera— la pelirroja corrió para alcanzarla, pero la bolsa se le resbaló y varios peluches cayeron al suelo —Esto debe ser una broma— se apresuró a recogerlos y meterlos dentro de la bolsa.

Para cuando llegó, Chiara ya estaba sentada dentro y esperaba con los brazos cruzados y mirada al frente, su expresión seria no se
quitaba.

—Si es la pareja de la chica por favor suba rápida, otros están esperando— pidió el hombre encargado del juego.

Lovesick GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora