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Chiara esperó nerviosa, no pensaba decirlo de esa manera, había planeado algo lindo pero las circunstancias la habían llevado a eso y ahora solo tenía que esperar, pero Violeta aún no giraba.

—¿Violeta..?— preguntó por lo bajo, fue cuando la pelirroja giró a verla, dudosa.

—¿Qué es lo que dijiste?—

—No me hagas repetirlo— se cruzó de brazos y desvió la mirada.

—¿Te gusto?— Chiara mantenía su mentón en alto, tratando de no verse nerviosa y solo la miraba de reojo —De quién hablamos esa noche, cuando me dijiste que te gustaba alguien, tu cita, lo de anoche— recordaba —¿Era yo?— preguntó sin poder creerlo, Chiara aún mantenía silencio —¿No vas a decir nada?—

—¿Y qué quieres que diga? Yo ya dí el primer paso, ahora házlo tú, egoísta— le dió la espalda, ofendida.

Chiara no pudo verla, pero Violeta sonrió emocionada, la morena la observó sobre su hombro y la pelirroja volvió a su seriedad, tampoco le iba a mostrar que tan felíz estaba si ella no lo hacía.

—Eh... Sí— Violeta miraba sus uñas —También me gustas.—

Chiara sonrió levemente al escuchar eso.

—¿Ah, sí?— giró a verla, aún cruzada de brazos.

—Sí...— comenzaba a ponerse nerviosa.

Ambas cruzaron miradas y fue cuando una sonrisa tímida apareció en las dos, como si fueran apenas dos niñas que se enamoran.

Chiara apretó los labios y Violeta llevó las manos atrás, lentamente se fueron acercando a pasos vacilantes, no dejando la timidez y nerviosismo de lado.

Estaban por encontrarse cuando el señor Oliver abrió la puerta y ambas dieron media vuelta y regresaron a su lugar rápidamente, fingiendo hacer cualquier cosa, el mayor las vió extrañado.

—Perdón que entre así pero es que ya tengo que irme, Violeta— la pelirroja le prestó atención —Regresa a tus labores, ya estás mucho tiempo aquí.—

—Sí, señor— miró una última vez a Chiara y salió de la habitación.

—Nos vemos, hija, ten un lindo día.—

—Igual, papá— el señor Oliver se retiró.

Chiara volvió a sonreír, sí que era un lindo día.

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Leire volvía a la escuela, caminaba cabizbaja y no le prestaba atención a nadie, no se daba cuenta que su hermana mayor la mirada de lejos, estaba preocupada por ella y por primera vez en toda la secundaria, dejaba de lado sus estudios y se enfocaba en ella.

Bea frunció los ceños al notar a Suzete hablando con su hermana, pero la rubia parecía temerosa, ambas se encaminaron al tercer piso y Bea decidió seguirlas.

Cuando llegó al mismo pasillo que ambas, procuró esconderse y ver qué entraban al único baño que estaba fuera de servicio desde hace meses, todo era muy extraño para ella.

Notó que casi nadie pasaba por allí, solo unas cuantas chicas salían de la biblioteca e iban directamente al segundo piso, no entraban al fondo del pasillo.

Se encaminó a pasos silenciosos y se quedó escuchando detrás de la puerta.

—¿A dónde fuiste anoche?— era la voz de Suzete, parecía molesta —Te ví saliendo otra vez con ella.—

—No fuí a ningún lado...—

—¡Yo te ví, Leire! ¿Dónde demonios fueron?—

—No salimos...— su voz temblaba —Ella... Ella besó a otra chica... Ydecidí volver, no fuimos a ninguna parte.—

Lovesick GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora