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Chiara preparaba su maleta para su viaje a las
Vegas, su padre le había avisado hace minutos que tenía unos negocios allí y ella aceptó en acompañarlo, sería genial una fotos para el Instagram.

—Hija, ¿Estás lista?— su padre preguntó detrás de la puerta.

—Sí, las maletas están sobre mi cama— respondió abriendo la puerta y dejando pasar a los sirvientes para que llevaran el equipaje al auto —¿Desayunamos primero?—

—Sí, hoy Lana preparó un gran desayuno.—

En la casa Hodar la situación era casi la misma, Violeta había hablado sobre la situación con su familia y ellos supieron comprender.

Ahora Tana metía su ropa en su mochila y sus únicos juguetes en una pequeña bolsa, oh, casi se olvida de su cuaderno de dibujos.

Su madre también ya estaba lista, aún le parecía algo extraño en irse a vivir por un tiempo en la casa Oliver, pero así estaba en el contrato, no entendía porque su jefe quería que su hija conviviera solo con Violeta.

—¿Tendré mi propio cuarto?— Tana era la más emocionada.

—Según lo que sé, sí— sonrió —Tendrás tu propio cuarto.—

—¡Genial! Por fin podré estirarme, tú pateas mucho— Violeta la miró ofendida y ambas rieron.

—Solo no te acostumbres, ¿Sí?— se inclinó a su altura —Tómalo como unas vacaciones, hacemos esto por nuestra casa, no quisiera que te conviertas con esa chica mimada que va a venir aquí.—

—Entendido— asintió alegre —Son vacaciones.—

—Ya estamos listas— se acercó su madre —¿Estás segura que no los vamos a incomodar?— preguntó preocupada —Ellos son de otra clase social, no creo que...—

—Mamá— interrumpió —El señor Oliver es una buena persona, no dejaría que algún tonto les falte el respeto, solo es por un tiempo y pronto volveran a nuestro hogar, ¿Sí?— su madre asintió con tristeza —Ven— Violeta fue a abrazarla —Te amo, mamá.—

—También te amo— respondió.

—¿Y yo estoy pintada?— Tana se cruzó de brazos y ambas rieron.

—Ven aquí, enana— Violeta la cargó en un abrazo.

El claxon les dió aviso que el coche ya había llegado, era hora de irse —Vayan, yo tengo que esperar a Chiara.—

Madre e hija salieron, cuando Tana regresó corriendo y pronunció: —No te dejes mandar por esa chica, y si te pega, dale con el chicote que dejé bajó la cama— decía enojada —Adiós— salió corriendo.

Tana junto a su madre subieron a la limusina, atrayendo la curiosidad de todos sus vecinos,
¿Que estaba pasando? Su familia se despidió por la ventana y ella les sonrió, verlas marcharse, sabía que podría ir a verlas pero eso no quita que extrañaría tenerlas allí.

En el momento que la limusina desapareció de su vista, un mensaje de su jefe llegó, avisándole de la llegada de su hija a solo la vuelta del vecindario.

Chiara miraba extrañada el vecindario, comenzando a temer y teniendo una idea que era bastante tonta.

—Llegamos— pronunció el señor Oliver —Ya estamos en la Vegas.—

Esperaba que su hija no haga ningún escándalo.

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—¡No me voy a quedar aquí!— objetaba Chiara —¡Es asqueroso! ¡Sucio! ¡Repugnante! ¡Y está ella!— señaló a una Violeta quien estaba cansada de su actitud infantil —¡No puedes hacerme esto, papá! ¿Acaso no te preocupa lo que pueda pasarme al lado de esta jardinera!?— gritó dramáticamente.

Lovesick GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora