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Todo parecía tranquilo cuando Violeta salió del despacho, pero cuando vió a muchos de los empleados correr fuera de casa, supo que algo no andaba bien, tuvo que ir detrás de ellos.

Frenó sus pasos cuando a lo lejos vió a Chiara y Salma peleando en la hierba, no dejaban de golpearse y de patalear a pesar de que intentaban separarlas.

Salió de su asombro y corrió directo a ellas, abrazó a Chiara por la espalda y trató de alejarla, pero la morena no soltaba a Salma de su chaqueta.

—¡Chiara! ¡Detente!—

—¡Déjame! ¡No te metas en esto!— volvió a caer sobre Salma y esta vez aprovechó para meter pasto dentro de su boca —¡¿A qué te supo?!—

—¡Chiara!— volvió a abrazarla pero esta vez tiró con más fuerza, cargándola, Salma escupía toda la hierba con asco.

—¡Violeta!— gritó con enfado —¿No ves que estoy ganando? ¡Déjame!— comenzó a patalear.

—¡Cálmate!— Violeta la dejó en el suelo y fue más rápida que la morena, la giró y la echó directo a su hombro, la cargó y la llevó como siempre lo hacía cuando andaba de terca.

—¡Bájame!— se removía —¡Te salvaste por ahora!— advirtió a Salma —¡La próxima nadie te salva! ¿Oíste? ¡Te va a ir peor!—

—¡Ya cálmate, Kiki!— Violeta advirtió.

Salma se dejó caer al suelo completamente exhausta, su ojo izquierdo estaba morado y tenía muchos rasguños en la cara, su labio aún sangraba levemente y su mejilla estaba roja por la bofetada.

Ya estaba recibiendo ayuda por parte de los demás empleados.

—¡No la ayuden!— advirtió Chiara a lo lejos —¡Echenla de aquí! ¡No la quiero ver en mi propiedad!—

—¡Chiara!— regañó Violeta.

—¡Tú no te metas y sigue caminando!—

Salma se puso de pie y agradeció a los que quisieron ayudarla, miró una última vez a Chiara y ella le enseñó el dedo del medio.

Salma bufó y se dirigió a la salida, buscaría a Violeta en otro momento.

Violeta entró a la casa con Chiara en su hombro y se encontró con el señor Oliver, él solo asintió cuando la pelirroja señaló arriba, dónde quedaba el cuarto de Chiara.

—¿Te estás divirtiendo, jardinera?— Chiara se dejaba llevar —Claro, ¿Ahora te crees dueña de la casa? Ahora haces lo que se te pegue la gana y nadie te dice nada— ingresaron al cuarto de la morena —Venga, entra, no respetes mi privacidad, pued...— Violeta la lanzó a la cama de cara —¿Que te pasa?!— se sentó con molestia.

Violeta se acercó a la puerta y colocó el seguro, se acercó a Chiara y tomó su muñeca, la quiso guiar al baño pero la morena se negó.

—Debemos curar esas heridas— pronunció seriamente.

—¿Y si no quiero?— respondió de mala manera —Vete de mi cuarto, Violeta, no quiero que estés aquí, no soporto verte.—

Violeta no quitaba la mirada de ella, no entendía porqué la trataba así, pero ella no dejaría que sus heridas se infecte, tomó nuevamente su muñeca y esta vez la colocó en ambos hombros, levantándola.

—¡Violeta!— Chiara forcejeó con más fuerza y Violeta tuvo que soltarla antes que se cayera, volvió a tomar sus muñecas y volvieron a forcejear, Chiara perdió la paciencia y esta vez estalló en enojo —¡Ya déjame!— la morena la empujó con fuerza lejos de ella, dejando sorprendida a la pelirroja —Para...— Violeta notó sus ojos cristalinos —No quiero que estés aquí, vete— ordenó.

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