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Leire pareció reaccionar y se levantó rápidamente para no incomodar, no podía verla directamente a los ojos así que mantuvo la mirada baja, pedía una y otra vez disculpas por su torpe caída.

Ya de pie, Salma arreglaba su traje mientras su guardaespaldas se escargaba de sacudir su espalda con un pequeño pañuelo, debía estar impecable.

—¿No sé supone que me cuidabas?— la de pelo rizado miró indignada a su amigo, riendo en negación segundos después por su expresión nerviosa.

—Yo... Es que... Fue tan repentino, estaba frente a usted— el hombre tartamudeaba, la única solución que vio para que no lo regañen fue ir y tomar a la rubia de su brazo, dejándola confundida —¿Quiere que la quite de su vista?— preguntó nervioso.

—¿Qué? Claro que no— río —Ya, Omar, suéltala— mandó —Y no te asustes, no se lo diré a mi padre.—

El joven asintió y pidiendo disculpa a la de gafas por su acción, volvió a ponerse nuevamente a un lado de Salma, cuidando sus espaldas.

Salma iba a comenzar una conversación, pero Leire solo tomó su mochila del suelo y se apresuró a correr lejos de ella, dejando a
Salma muy confundida.

—¿Hice algo?— preguntó al mayor.

—No, señorita— respondió con seriedad.

—¿Huelo mal?— olfateó su corbata —No,
¿entonces porqué se fue?— miraba en la dirección en la que se había ido.

—Seguramente porque tiene que estar en la formación de la escuela, señorita. Le recuerdo que usted también debe estar presente.—

—Ash, deja de decirme señorita, tengo un nombre.—

—No puedo hacerlo, está en el contrato, señorita— mantenía su mirada al frente.

—Que agua fiestas eres.—

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—Vaya, al fin llegas— Chiara se apoyaba en el borde de la ventana de su habitación, veía a Violeta ingresar, tenía unas ojeras y se notaba cansada —¿Sabes que estás llegando tarde? Si se lo digo a mi padre seguro te despide— sonrió, Violeta no detuvo su andar y solo siguió su camino al jardín, eso inquietó a Chiara —Voy a llamar a mi padre— mencionó rápidamente para que le hiciera caso, ingresó a su habitación y tomó su celular para volver a asomarse a la ventana y que Violeta la viera.

—¿Lo vas a llamar?— Violeta se había detenido y la miraba seriamente.

—Sí, ¿Hay algún problema?— Chiara sostenía una sonrisa arrogante.

—No, no hay ningún problema— forzó una sonrisa —Llámelo, yo también quisiera hablar con él.—

—¿Hablar? ¿Sobre qué?— buscaba el nombre de su padre entre sus contactos.

—Sobre que su "linda" hija, hizo que la jardinera corriera por treinta minutos por una novela, que la dejó fuera de la residencia cuando llegaron, que no la dejó tomar su bicicleta y que tuvo que caminar una hora para poder llegar a su casa, y encima, le robaron el único celular que tenía y que no pudo dormir toda la noche porque el único pensamiento que tenía era tener a esa pequeña adinerada entre sus manos y aplastarla como si fuera un molesto bicho!—

Silencio incómodo.

Chiara frunció las cejas y la miró confundida, dejando su celular a un lado.

—¿Te robaron tu walkie-Talkie?—

Violeta sentía hervir su sangre, respiró profundo y tratando de ignorarla, siguió su camino al jardín.

—Solo unos días más— murmuraba para ella —Solo unos días más, luego solo la tendré que ver una vez a la semana.—

Lovesick GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora