💭 act three.

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Mia's pov

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Mia's pov

Los últimos días en Madrid se habían vuelto una montaña rusa emocional. Con solo dos días antes de mi partida hacia Londres, el estrés académico se había vuelto abrumador.

A pesar de que el jueves amaneció relativamente tranquilo, al menos en cuanto a Arda no había recibido noticias y eso me tranquilizaba, luego de huir abruptamente de él no quería volver a verlo.

Me encontraba en el salón junto a mis amigos Rodrigo y Amelie antes de una clase, tratando de mantener la compostura en medio de mi confusión interna.

— ¿Entonces te dio las flores y se disculpó? — preguntó Rodrigo, cuyas cejas se fruncieron en confusión.

— ¿Por qué se disculpó? — preguntó Amelie, con un tono de total desconcierto en su voz.

Les conté lo que había sucedido el martes en la cafetería, y sus miradas de incredulidad solo aumentaron mi molestia.

— No me miren así, no sabía qué decirle. — dije, sintiéndome frustrada. — Y aparte, no sé qué busca, qué quiere... es demasiada insistencia. — agregué, dejando ver mi confusión y estrés.

— Yo digo que quiere ser tu novio. — intervino Rodrigo mientras saboreaba su cheesecake.

Creo que comenzaba a darme hambre.

— No creo, quizás solo está jugando, es lo que les gusta hacer a los deportistas. — respondí, sintiéndome cada vez más estresada y confundida.

— ¿Crees que vendrá a verte antes de que te vayas a Londres? — preguntó Amelie, contagiada por la emoción que de alguna manera presentó Rodrigo.

— Sí, imagínate que aparezca con más flores. — dijo Rodrigo, chocando las manos con Amelie en un gesto emocionado.

Antes de que pudiera responder, la doctora ingresó y comenzó la clase de anatomía. Pasaron cinco horas de distintas clases y dos prácticas en el hospital antes de que pudiera irme a descansar.

Necesitaba alejarme de todo por un momento, amaba lo que estaba estudiando, pero había día donde me replanteaba si elegí bien.

Después de las clases y las prácticas, salí del hospital sintiéndome relativamente tranquila. Aunque aún no sabía qué hacer, decidí dar un paseo cerca de la ciudad deportiva del Real Madrid. Mientras caminaba, pasé frente a las instalaciones de entretenimiento del club y noté un pequeño grupo de personas esperando a los jugadores.

La presencia de gente me hizo recordar a Arda. Su timidez y cómo sostenía las flores en el coche me hicieron sentir extremadamente feliz en aquel momento. Me invadió el deseo de volver a verlo, pero al mismo tiempo, me atormentaba la idea de volver a ser grosera.

𝘿𝙚𝙡𝙞𝙘𝙖𝙩𝙚 ☆ Arda Güler Donde viven las historias. Descúbrelo ahora