💭 act twelve.

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Mia's pov

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Mia's pov

Era un martes como cualquier otro en la universidad. Rodrigo, Amelie y yo estábamos sentados en una mesa en la cafetería, charlando sobre las tareas y planes para el fin de semana. El ambiente era relajado, pero mi mente estaba en otra parte.

— Sophia me pidió que fuera por algo al parque esta tarde —dije, rompiendo el hilo de la conversación.

Amelie levantó la vista de su teléfono y me miró con curiosidad.

—¿Al parque? ¿Por qué? —preguntó.

—No sé, dijo que era importante. Pensé que podríamos ir después de clases —respondí, intentando sonar despreocupada.

Amelie asintió, aunque noté que intentaba descifrar si había algo más detrás de mi tono.

Al terminar las clases, nos dirigimos juntos al parque. El aire fresco y el sonido de los pájaros deberían haber sido relajantes, pero mi estómago estaba hecho un nudo. Cuando llegamos, mi corazón dio un vuelco. Allí, sentado en un banco, estaba Arda.

Quise darme la vuelta y correr, pero Amelie me dio un apretón en el brazo, recordándome que no estaba sola. Respiré hondo y decidí enfrentar la situación.

—¿Qué haces aquí, Arda? —le pregunté, intentando que mi voz no temblara.

Arda se levantó lentamente, su mirada reflejando una mezcla de esperanza y angustia.

—Estoy aquí para hablar, Mia. Necesito que me escuches — dijo, su voz llena de sinceridad.

Rodrigo y Amelie se alejaron un poco para darnos privacidad, aunque permanecieron cerca. No estaba convencida, pero asentí.

—Está bien, puedo escucharte —dije, cruzando los brazos en un intento de protegerme emocionalmente.

Arda dio un paso hacia mí, su mirada fija en la mía.

—Ya no estoy con Duru. Todo fue un error, Mia. Somos amigos, pero sigue viviendo conmigo porque me da pena pedirle que se regrese a Turquía —explicó, su voz llena de arrepentimiento.

Sentí una punzada en el pecho y miré a Arda con una mezcla de incredulidad y dolor, creo que sus palabras me estaban lastimando más de lo que creía.

—Eso no me hace sentir cómoda, Arda. ¿Pensaste en cómo me sentiría? Incluso cuando me llevaste a tu casa, pudiste haberme dicho algo —dije, tratando de mantener la calma.

—En ese momento creí que no era muy necesario, pero tenía pensado decírtelo —respondió Arda, nervioso.

—Ahora no me importa. Lo que me estás dando a entender es que me engañaste — repliqué, sintiendo que mis ojos se llenaban de lágrimas.

—Pensé que sabías cómo son los medios —dijo Arda, su tono desesperado.

—Sí, pero no sabía que tú me estabas ocultando algo tan importante — contesté, la voz quebrándose.

𝘿𝙚𝙡𝙞𝙘𝙖𝙩𝙚 ☆ Arda Güler Donde viven las historias. Descúbrelo ahora