💭 act forty four.

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Mia's pov

El dolor en mi vientre era más fuerte de lo que había imaginado. No era como nada que hubiera sentido antes.

Me asustaba.

Quería mantenerme calmada, pensar que todo estaría bien, pero el dolor no disminuía, y eso me aterraba. No podía dejar de pensar en el bebé, en todo lo que habíamos planeado, en la revelación de género, en nuestro futuro juntos. Pero en ese momento, solo una cosa ocupaba mi mente: ¿estaba perdiendo a mi bebé?

Intenté respirar profundo, pero el dolor me hacía difícil mantener la calma. Cerré los ojos, tratando de concentrarme en algo que no fuera el miedo creciente en mi pecho. Sentía las manos de Arda sosteniéndome con fuerza mientras me llevaban a la habitación del hospital, pero incluso su presencia no era suficiente para calmar mi mente.

— No... no puede ser... — murmuré, luchando contra las lágrimas, con la sensación de que mi cuerpo estaba fallando en el momento más crucial.

El tiempo parecía detenerse. Estaba completamente sola en esa habitación, con solo el sonido de las máquinas y el eco de mi respiración agitada. Y de repente, escuché pasos apresurados fuera. La puerta se abrió de golpe y, para mi sorpresa, George, Lewis, Kylian, Jude, Charles, mi padre, y Arda entraron a la habitación, todos con los rostros llenos de preocupación.

— Mia... — dijo Arda con la voz temblorosa, acercándose rápidamente a mi lado.

Me forcé a sonreír, aunque apenas podía.

— Estoy bien... lo prometo... — dije, aunque ni siquiera yo lo creía.

Papá se acercó, sin decir nada al principio. Pude ver el miedo en su rostro, algo que no mostraba con facilidad.

— Amor, estamos aquí — murmuró, acariciando mi cabello, pero su mano temblaba.

El resto se quedó en silencio, rodeándome, sin saber qué hacer o decir. El ambiente era pesado, todos compartíamos el mismo miedo. Arda no me soltaba la mano, y yo sentía que era lo único que me anclaba a la realidad en ese momento. Pero el dolor seguía ahí, implacable.

De repente, Kai y Pablo llegaron corriendo, empujando la puerta, y sus expresiones reflejaban la misma preocupación que veía en todos.

— ¿Qué ha pasado? ¿Está bien? — preguntó Kai, respirando agitadamente.

El doctor entró poco después, y el silencio en la habitación se volvió abrumador. Todos lo miramos esperando una respuesta, algo que calmara nuestros miedos. Pero lo que dijo me heló el alma.

— Mia, el embarazo es de riesgo. Hemos monitoreado la situación y, lamentablemente, creemos que el bebé probablemente nacerá antes de tiempo, cerca de los ocho meses — explicó, con un tono profesional pero con cierta empatía en su voz.

𝘿𝙚𝙡𝙞𝙘𝙖𝙩𝙚 ☆ Arda Güler Donde viven las historias. Descúbrelo ahora