💭 act thirty three.

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Mia's pov

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Mia's pov

La brisa cálida de Cerdeña acariciaba mi piel mientras caminábamos de regreso a la villa después de una cena encantadora. La risa de los demás resonaba en la distancia, pero yo estaba atrapada en mi propio mundo, disfrutando cada momento al lado de Arda.

Sin darme cuenta, lo sentí acercarse a mí. Su mano, cálida y firme, se deslizó con suavidad por mi cintura, acercándome un poco más a él.

Me giré para mirarlo, esperando encontrar una sonrisa traviesa en su rostro. Y no me equivoqué. Arda me miraba con esa chispa en los ojos, esa mirada que me hacía sentir como si todo lo demás desapareciera. Se inclinó un poco, hasta que su boca estuvo cerca de mi oído, y su voz suave y profunda me susurró:

—¿Qué te parece si vamos al yate un momento? Me gustaría ver la luna contigo.

Sentí un cosquilleo recorrerme de pies a cabeza. Asentí sin decir palabra, una sonrisa emocionada escapándose de mis labios. No hacía falta decir más. Me dejé llevar por su mano, que me guiaba con firmeza mientras nos apartábamos discretamente del grupo y tomábamos el camino de vuelta hacia el muelle.

El sonido de las olas rompiendo suavemente contra el casco del yate nos dio la bienvenida cuando subimos a bordo. La luna llena iluminaba el cielo, reflejándose en el mar como un camino de luz. Nos acercamos al borde del barco, sintiendo el vaivén calmado bajo nuestros pies.

— Mira eso — dije en un susurro, señalando hacia el horizonte. La luna estaba increíblemente brillante esta noche, y el cielo despejado permitía ver miles de estrellas titilando a su alrededor.

Arda se acercó más, su mano deslizándose hacia mi espalda, envolviéndome en un abrazo suave. Me apreté contra su pecho, sintiendo su calor y el latido tranquilo de su corazón. Nos quedamos así por un momento, en silencio, simplemente disfrutando de la vista y de la paz que se sentía al estar juntos.

— Es hermoso — murmuró Arda, su voz vibrando en mi oído— Pero no tan hermoso como tú esta noche.

Sonreí y me sonrojé ligeramente, apoyando mi cabeza contra su hombro. Arda siempre sabía exactamente qué decir para hacerme sentir especial.

— Gracias — susurré, levantando la vista para encontrarme con sus ojos— Aunque creo que estás exagerando un poco.

—Nunca exagero cuando se trata de ti — respondió con una sonrisa, inclinándose para besarme suavemente en la frente.

Nos quedamos así por un rato, envueltos en el brillo plateado de la luna. No necesitábamos hablar mucho; nuestras respiraciones se sincronizaban, y la brisa salada acariciaba nuestros rostros, envolviéndonos en un momento que parecía eterno. Arda comenzó a acariciar mi espalda lentamente, con una ternura que me hacía cerrar los ojos y disfrutar de cada segundo.

—¿Qué piensas? — preguntó en voz baja, sus labios rozando mi oído.

— Pienso… que este momento es perfecto — dije, suspirando mientras mis manos jugaban con los pliegues de su camisa— Y que no quiero que termine.

𝘿𝙚𝙡𝙞𝙘𝙖𝙩𝙚 ☆ Arda Güler Donde viven las historias. Descúbrelo ahora