𝘿𝙚𝙡𝙞𝙘𝙖𝙩𝙚 ☆ Arda Güler

💭 act fourteen.

Mia's pov

Era viernes en Alemania, y aunque había venido para escapar de la confusión en España, me sentía agradecida por el tiempo en familia. Me desperté con el sonido de los pájaros cantando afuera y la suave luz del sol entrando por la ventana. Sophia y Kai me habían invitado a pasar el día explorando la ciudad y visitando algunos lugares junto a Jamal, uno de los amigos de Kai.

Después de un desayuno ligero, nos encontramos en la sala de estar. Sophia y Kai estaban listos, y Jamal llegó poco después, saludándonos con una sonrisa amistosa.

—¿Listos para un día de aventura? —preguntó Sophia, animada.

—Por supuesto —respondí, sonriendo.

Salimos y nos dirigimos a nuestro primer destino, el palacio de Múnich, un lugar lleno de historia y belleza arquitectónica. Caminamos juntos, admirando las majestuosas salas y los jardines cuidadosamente cuidados. Jamal y yo nos encontramos caminando juntos, charlando sobre nuestras películas favoritas.

—Entonces, Mia, ¿cuál es tu película favorita? —preguntó Jamal mientras observábamos una pintura antigua en una de las salas.

—Sin duda, Orgullo y Prejuicio. Me encanta la historia y los personajes. ¿Y tú? —respondí.

— 500 Días con Ella. Es una película que me hace reflexionar  —dijo Jamal, con una sonrisa pensativa.

—Es una buena elección. Me gusta cómo muestra diferentes perspectivas sobre el amor y las rupturas —dije, asintiendo.

Después de recorrer el palacio, decidimos ir a comer. Encontramos un pequeño restaurante que ofrecía auténtica comida alemana. Nos sentamos en una mesa cerca de la ventana, disfrutando de la vista mientras esperábamos nuestra comida.

—Entonces, Mia, ¿tienes alguna anécdota divertida de España? —preguntó Jamal, mientras miraba el menú.

—Oh, tengo varias —dije, riendo—. Pero una de las más divertidas fue cuando mis amigos y yo fuimos a una fiesta en una azotea y uno de ellos, Rodrigo, decidió que sería una gran idea intentar hacer parkour. Terminó cayendo en un montón de almohadas y todos nos reímos tanto que apenas podíamos respirar.

—Espero no haya dolido —dijo Jamal, riendo—. Siempre he querido probar parkour, pero nunca he tenido el valor.

—Bueno, después de ver a Rodrigo, no estoy segura de si recomendaría intentarlo —dije, riendo.

La conversación fluyó fácilmente, y el tiempo pasó volando. Nos sumergimos en una conversación animada sobre todo y nada en particular. Era refrescante poder hablar y reír sin preocupaciones, sin el peso de los problemas que había dejado atrás en España.

—¿Te gusta el fútbol, Mia? —preguntó Jamal, mientras saboreaba su bratwurst.

—Sí, me gusta mucho. Aunque no soy tan apasionada como Kai, claro —dije sonriendo.