💭 act thirty one.

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Narrador pov

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Narrador pov

Desde la perspectiva de Mia, el ambiente era una mezcla de emoción y nerviosismo mientras se encontraba en un palco especial en el estadio, rodeada de su familia. Todos, desde sus padres hasta sus hermanas y Pablo, estaban ahí para apoyar a Kai, pero Mia sabía que su corazón estaba con Arda. Hoy era su gran debut en la Euro, y aunque quería ver a Kai triunfar, sentía que su lealtad estaba con su novio.

Mientras los equipos de Turquía y Alemania entraban al campo, Mia no podía evitar que su mente divagara. "Dios, solo deja que meta un gol, que me lo dedique, luego que gane y me dedique la victoria... y nos casemos" pensó, con una mezcla de broma y esperanza. Era un pensamiento tonto, pero no podía evitarlo. Quería todo para Arda, y eso incluía que tuviera un juego perfecto.

El himno de Turquía resonaba por todo el estadio, y Mia se encontró a sí misma tarareando la melodía mientras su mirada seguía a Arda, que se veía increíblemente concentrado. A su lado, sus padres discutían en voz baja sobre la alineación de Alemania, y Kai, siempre el centro de su atención. Mia fingía escuchar, pero en realidad solo podía pensar en el próximo pitido inicial.

El partido comenzó, y cada vez que Arda tocaba el balón, Mia contenía la respiración. No podía gritar ni saltar como lo hacía en los partidos normales, consciente de que su familia la estaba observando, esperando que ella también mostrara apoyo por Kai. Pero su corazón latía con fuerza cada vez que Arda se acercaba al área rival.

El primer tiempo transcurrió sin goles, y Mia sintió cómo la tensión en el palco aumentaba. Su padre murmuraba algo sobre la estrategia de Alemania, mientras su madre suspiraba cada vez que Kai se acercaba al arco turco. Mia, por su parte, rezaba en silencio para que Arda tuviera su momento de gloria.

Finalmente, llegó el segundo tiempo. La atmósfera en el estadio era electrizante, y Mia podía sentir cómo su nerviosismo se convertía en pura adrenalina. En el minuto 78, el estadio estalló en gritos cuando Arda, con una jugada magistral, burló a la defensa alemana y metió el balón en la red. ¡Gol!

Mia saltó de su asiento, sin importarle las miradas de su familia.

— ¡Sí! — gritó, sus ojos llenándose de lágrimas mientras Arda, desde el campo, señalaba hacia el palco y le dedicaba el gol. En ese momento, todo lo que había deseado se estaba cumpliendo.

Pero entonces, sucedió lo inevitable: Kai anotó un gol. La familia de Mia estalló en gritos de alegría, todos levantándose para aplaudir, mientras que ella, aunque aplaudía, sentía una punzada de frustración. Estaba contenta por Kai, pero al mismo tiempo, deseaba con todo su corazón que fuera Arda quien estuviera celebrando.

El conflicto interno que sentía la mantenía inquieta. Sabía que debía estar feliz por su familia, por Kai, pero no podía evitar pensar en Arda y lo que esta final significaba para él. La realidad de que uno de ellos tendría que perder era difícil de aceptar.

𝘿𝙚𝙡𝙞𝙘𝙖𝙩𝙚 ☆ Arda Güler Donde viven las historias. Descúbrelo ahora