💭 act forty-two.

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Mia's pov

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Mia's pov

Era el cumpleaños de Arda, y la emoción burbujeaba dentro de mí. Había planeado todo con tanto esmero: el pastel, la decoración, incluso la pequeña sorpresa que estaba a punto de revelar. La idea de que hoy, finalmente, descubriríamos el género de nuestro bebé, me hacía sentir una mezcla de nervios y alegría.

El reloj marcaba las seis y el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de un suave naranja. La madre de Jude había traído el pastel un par de horas antes, y lo había escondido en la mesa del jardín. Desde allí, podía ver cómo las luces del atardecer brillaban sobre el pastel, el cual había sido decorado con un delicado glaseado azul, que era lo único que sabría yo hasta este momento.

Había hablado con el obstetra antes de la cita, pidiéndole que mantuviera el secreto sobre el género hasta este día. Solo le había preguntado si todo iba bien con el embarazo; esa era la única información que quería recibir. No quería que Arda supiera nada antes de tiempo. Su sorpresa y felicidad eran mi prioridad, y sabía que él se sentiría igual de emocionado al enterarse.

Con cada minuto que pasaba, mis nervios aumentaban. Me preguntaba si él estaría tan emocionado como yo al descubrir que íbamos a ser padres de una niña o un niño. No podía evitar sonreír al imaginarlo cargando a nuestro pequeño en sus brazos.

Finalmente, escuché el sonido del motor del auto de Arda. Mi corazón se aceleró mientras me preparaba para el momento. A medida que entraba a la casa, me aseguré de tener todo listo. Sabía que este regalo significaba mucho para él.

Cuando Arda entró, su sonrisa iluminó la habitación.

— ¡Feliz cumpleaños, amor! — le grité mientras corría hacia él y lo abrazaba con fuerza.

— Gracias, hermosa. Pero, ¿qué es todo esto? — preguntó, mirando a su alrededor, sorprendido por la decoración.

— Ven, ven. Tengo una sorpresa para ti. — le dije, llevándolo al jardín.

Cuando llegamos, vi su expresión de sorpresa al ver el pastel.

— Hoy descubrimos el género del bebé. — le anuncié, sintiendo que la emoción estallaba en mi pecho.

— ¿En serio? ¿Así de rápido? — dijo, con una mezcla de incredulidad y felicidad.

— Sí, Jude sabe. Él fue quien organizó todo. Así que cierra los ojos, y vamos a partir el pastel juntos. —  le dije, extendiendo una copa.

— Esto es increíble. ¿Estás lista, entonces? — preguntó, su voz llena de expectativa.

— Listísima. A la tres abrimos los ojos —  le respondí, y ambos colocamos nuestras manos en el cuchillo. — Uno, dos, tres…

Al abrir los ojos, el azul del pastel brilló ante nosotros. Era un niño. La felicidad en el rostro de Arda me hizo sentir que todo había valido la pena.

𝘿𝙚𝙡𝙞𝙘𝙖𝙩𝙚 ☆ Arda Güler Donde viven las historias. Descúbrelo ahora