𝘿𝙚𝙡𝙞𝙘𝙖𝙩𝙚 ☆ Arda Güler

💭 act four.

━━━━━━━━━━ real life.

Mia's pov

Después de un largo viaje de regreso a casa y finalmente sentirme tranquila en Londres, decidimos pasar estas Navidades en Escocia para no ir tan lejos y disfrutar de un ambiente diferente pero acogedor.

Ahora mismo, me encontraba con mi familia en la mesa del desayuno, por fin estábamos todos reunidos, incluso Kai, quien se había unido a nosotros esta vez.

El aroma del café recién hecho y la atmósfera cálida de la cocina nos envolvían mientras conversábamos sobre Madrid, donde había pasado un tiempo recientemente.

— ¿Qué tal Madrid, Mia? —  preguntó Kai con curiosidad mientras saboreaba su taza de té.

— ¡Muy bien, es medio divertido! —  respondí, intentando restarle importancia a mi experiencia en la ciudad.

Aunque me gustaba Madrid, extrañaba los cambios de clima en Londres, las lluvias y sus curiosos climas.

Justo en ese momento, George y Carmen hicieron su aparición, uniéndose a la mesa ya que íbamos a pasar estas Navidades con ellos.

— Hola, buenos días familia. — saludaron George y Carmen al unísono.

La tranquilidad del desayuno se vio interrumpida cuando mi padre señaló un ramo de flores sobre la mesa y preguntó quién las había enviado. George, con curiosidad, mencionó que un hombre las había entregado afuera con una nota dirigida a mí.

"Hola, soy yo otra vez, quería disculparme por lo sucedido, espero puedas responder mis mensajes y que las flores sean de tu agrado.

Cada vez que veo alguna flor vienes a mi mente, británica.

Arda."

Al leer la nota, el nombre de Arda apareció en mi mente. Era la segunda vez que recibía flores de él, aunque nunca le había dado mi dirección. Esto me intrigaba y, al mismo tiempo, me incomodaba.

— Entonces, ¿quién las envía? — preguntó Grace, tomando un sorbo de su jugo mientras esperaba una respuesta.

— Hay un loco maniático que me envía flores, qué pérdida de tiempo. — dije, tratando de minimizar la situación aunque por dentro me preocupaba.

Nunca antes alguien había tenido ese detalle de enviarme flores, y aunque trataba de restarle importancia, me sentía intrigada por cómo sabía mi ubicación.

— ¿Cómo que hay un maniático siguiéndote? — preguntó mi papá, visiblemente preocupado.

— Cariño, nos hubieras dicho y habríamos tomado cartas en el asunto. — dijo mi mamá, tomándome de la mano para demostrar su apoyo.