𝘿𝙚𝙡𝙞𝙘𝙖𝙩𝙚 ☆ Arda Güler

💭 act eight.

Mia's pov

El domingo amaneció con un cielo despejado y una brisa fresca. Mi papá, Toto, y mi hermana, Sophia, habían llegado la noche anterior, llenando la casa de una energía que hacía tiempo no sentía. La emoción por tenerlos cerca era perceptible, y nos dispusimos a pasar un día en familia, lleno de actividades y risas. Uno de los planes principales era asistir a un partido de tenis por la tarde, algo que siempre habíamos disfrutado juntos.

Después de un desayuno animado, nos dirigimos al estadio. La emoción en el aire era contagiosa, y mientras caminábamos entre la multitud, mis pensamientos volvieron a la cena en la casa de Arda. La idea de encontrarme con su familia en el estadio ni siquiera me había cruzado por la mente, pero el destino tenía otros planes.

Cuando llegamos a nuestros asientos, mi corazón dio un vuelco al ver a la familia Güler sentada a solo unas filas de distancia. Allí estaban: Arda, su madre Serap, su padre Ümit y su hermana Nurgül. Sentí un nudo en el estómago y mi corazón comenzó a latir más rápido. La idea de tener que explicarles a mi papá y a Sophia quiénes eran me llenaba de pavor.

Decidí que lo mejor sería ignorarlos, fingir que no los había visto y concentrarme en el partido. Pero no había contado con la calidez y la amabilidad de la familia Güler.

—¡Mia! —gritó Nurgül con entusiasmo, levantando la mano para saludar.

Me congelé en mi lugar. Sophia se dio cuenta de inmediato.

—Mia, ¿no es esa tu amiga? —preguntó, mirando a la familia Güler.

Mi papá también los había notado y me miraba con curiosidad.

—Sí, solo unos conocidos de la universidad —respondí rápidamente, sintiendo cómo el color subía a mis mejillas.

Intentando mantener la compostura, levanté la mano en un saludo torpe y apresurado, deseando que el suelo se abriera y me tragara. Luego, jalé a mi papá con determinación.

—Vamos, papá, creo que deberíamos buscar algo para beber antes de que empiece el partido —dije, tratando de sonar casual mientras nos alejábamos rápidamente.

Mi papá me siguió, aunque su expresión mostraba claramente que no estaba convencido de mi explicación. Sophia también parecía desconcertada.

—Mia, ¿quiénes eran esas personas? —insistió mi papá una vez que nos alejamos lo suficiente.

—Solo unos conocidos, papá. Nada importante —mentí, intentando sonar despreocupada mientras mi corazón martilleaba en mi pecho.

El desconcierto de mi papá era evidente. Sophia me lanzó una mirada inquisitiva, sabiendo que había algo más detrás de mi comportamiento.

—De acuerdo, si tú lo dices... —respondió finalmente mi papá, aunque su tono dejaba claro que no estaba satisfecho con mi respuesta.

Nos dirigimos a la zona de refrigerios, tratando de ignorar la tensión en el aire. Compramos algunas bebidas y regresamos a nuestros asientos justo cuando el partido estaba por comenzar. Traté de concentrarme en el juego, pero mis pensamientos seguían volviendo a Arda y su familia.