Extra II.

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Charlotte's day!

Londres, Inglaterra. 19 diciembre.

Mia's pov

Era un día frío de diciembre en Londres, el tipo de invierno que te calaba los huesos pero que a mí me traía cierta nostalgia y calidez. Estábamos en casa de mi madre, disfrutando de un ambiente familiar y cálido mientras la Navidad se acercaba. Mi padre no estaba, como siempre durante la última carrera de la temporada, pero su presencia se sentía en cada rincón de la casa. Arda y jr estaban afuera, jugando fútbol en el jardín, mientras Anna estaba acurrucada en los brazos de mi madre, sus ojos brillando de emoción al ver la carrera.

Yo, con nueve meses de embarazo, observaba la pantalla. Quedaban solo 15 vueltas para el final, y George iba en primer lugar. Mi madre y yo intercambiábamos sonrisas de orgullo, pero de repente algo cambió. Sentí una punzada intensa en el vientre, seguida de otra contracción que me hizo detenerme.

— Mamá... — murmuré, tomando aire mientras una nueva ola de dolor recorría mi cuerpo.

Ella me miró preocupada, levantando una ceja.

— ¿Estás bien, Mia?

Negué con la cabeza mientras intentaba mantener la calma. No quería asustar a Anna, ni mucho menos interrumpir el juego de Arda y jr afuera. Pero el dolor era claro: lo que no debía pasar todavía, estaba pasando.

Me levanté con esfuerzo, respirando profundo. Sentía que cada paso era más pesado, como si el tiempo se ralentizara.

— Creo que... es hora. Está viniendo.

La expresión de mi madre cambió a una mezcla de sorpresa y acción inmediata. Me ayudó a levantarme con cuidado mientras ella tranquilizaba a Anna.

Con el corazón acelerado, llamé a Arda desde la puerta trasera. Cuando lo vio venir corriendo, me di cuenta de lo nervioso que estaba. Intentó mantener la compostura para no asustar a jr, pero su rostro estaba pálido.

— ¿Ahora? ¿Ya? Pero... no hay nadie... ni Lewis, ni George, ni Kylian... — tartamudeó mientras buscaba las llaves del coche.

— No necesitamos a nadie más. — le respondí con una leve sonrisa, tratando de mantener el control. — Tú estás aquí. Eso es todo lo que necesito.

En realidad hacía falta George.

Nos despedimos brevemente de los niños y mi madre, asegurándoles que todo iba bien. Anna y Arda Jr. estaban felices con su abuela, pero yo podía sentir el torbellino de nervios dentro de mí, que no solo era físico, sino emocional. Este parto sería distinto, sin mis amigos haciendo bromas o calmando la situación.

𝘿𝙚𝙡𝙞𝙘𝙖𝙩𝙚 ☆ Arda Güler Donde viven las historias. Descúbrelo ahora