💭 act forty one.

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Mia's pov

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Mia's pov

Era una tarde fría de enero, el viento helado de Madrid envolvía la ciudad mientras nos dirigíamos al estadio para el primer partido del año. A mi lado, en el asiento del coche, estaba mi padre, Toto, quien había insistido en acompañarme. Miré por la ventana, viendo cómo las luces de la ciudad pasaban rápido, pero mi mente estaba en otro lugar.

Hace solo unas semanas, todo había sido diferente. Mi relación con Arda había sido un campo de batalla constante, y mi padre, aunque protector, no lograba entenderme ni a mí, ni mucho menos a Arda. Hubo tanto drama, tantas peleas y gritos… y por un tiempo, había dejado de hablar con él.

Pero algo había cambiado. Lentamente, después de muchas conversaciones (algunas de ellas intensas, otras llenas de lágrimas), papá había empezado a entender que Arda no era su enemigo. Tal vez era porque veía lo serio que Arda estaba tomando todo esto, o porque al final del día, se dio cuenta de que estaba creciendo. De alguna manera, entre todo el caos, había encontrado un punto medio.

Miro a papá de reojo. Está enfocado en la carretera, con esa expresión seria que siempre tiene, pero sé que debajo de todo eso, él también había cambiado. Lo veía cuando me preguntaba por Arda, cómo estaba, o cuando disimuladamente le daba un consejo sobre el fútbol. Sé que en el fondo, siempre le importó que yo estuviera bien, aunque no lo hubiera expresado de la mejor manera antes.

— Papá. — lo llamo, rompiendo el silencio del coche.

— ¿Sí, cariño? — responde sin apartar la vista de la carretera.

— Gracias —  digo, y siento que es algo que necesitaba decir desde hace tiempo. — Gracias por... aceptar todo esto. A Arda, al bebé... a nosotros. Sé que fue difícil.

Toto asiente ligeramente, pero sus ojos se suavizan.

— Mía, siempre he querido lo mejor para ti. No fue fácil, pero... al final, lo único que importa es que tú seas feliz y estés bien. Y si Arda es parte de eso, entonces lo acepto.

Sonrío, y un peso que he llevado por meses parece disiparse un poco. Mi padre, el hombre que antes veía a Arda como una amenaza, finalmente lo había aceptado. Después de todo el drama y las peleas, ahora nos dirigíamos juntos al estadio, listos para apoyar a Arda en el primer partido del año.

Mi corazón se llena de gratitud. La relación con mi padre no había sido fácil, pero lo habíamos superado. Ahora, me sentía más fuerte, más segura de lo que venía.

El ambiente en el estadio era electrizante. Los aficionados coreaban los nombres de los jugadores, y cada movimiento en el campo parecía cargar de energía el aire. Me encantaba estar ahí, sentir esa conexión entre todos los que apoyábamos al equipo, especialmente a Arda. A mi lado, papá miraba atento el partido, pero su mente parecía estar en otro lado, lo notaba en cómo tamborileaba sus dedos sobre la rodilla.

𝘿𝙚𝙡𝙞𝙘𝙖𝙩𝙚 ☆ Arda Güler Donde viven las historias. Descúbrelo ahora