Habían puesto un futbolín y obviamente teníamos que probarlo. Las chicas, reunidas como siempre antes de clase, no podíamos resistir la tentación de inaugurar el nuevo entretenimiento de la universidad. Emma, Sophie, Clarise, Carol y Rose, formábamos nuestro grupo confiable, unidas por el chisme y la complicidad.
—¡Vamos chicas, es hora de poner a prueba nuestras habilidades futboleras! —exclamó Sophie, siempre la más entusiasta del grupo.
—Sí, y no vamos a dejar que nadie nos quite nuestro futbolín —añadió Carol con determinación.
Mientras nos preparábamos para jugar, divisamos a lo lejos a un grupo de chicos acercándose. Pero por desgracia no era un grupo de chicos cualquiera, era el maldito grupo del pelinegro. Juro que hoy viene mi venganza. Es cierto que había contemplado rendirme ante mi horrible y notable derrota pero yo nunca me rindo con nada y esto no puede ser menos. Sophie lanzó un comentario sarcástico:
—¿Se creen que nos van a quitar nuestro territorio? ¡No lo permitiremos!
El grupo de chicos se acercaba y entre ellos él, de pelo negro y ojos azules como el mar, parecía sacado de una película romántica. Ian, así nos enteramos después de una breve presentación, era el líder del grupo, acompañado por Harry y Thomas. Bueno al menos ya se su nombre porqué aún no sé porqué él ya se sabía el mío con antelación. Cuando nos estábamos presentando nosotras:
—Yo, me llamo Sophie encantada.
—Yo, soy...
—Emma—Dice el pelinegro sonrisa pícara.
—Enhorabuena Ian, bueno al menos ya no eres anónimo, ¿Te ha costado decirme como te llamas eh?
Las miradas entre Ian y yo se cruzaron y, de repente, sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo. Literalmente saltaban chispas entre nosotros. A pesar de mi embobamiento, intenté mantener mi compostura y respondí con sarcasmo a uno de los comentarios de Ian, quien parecía igual de picarón y chistoso que Sophie.
—Oh, no es que me costara, simplemente estaba disfrutando del misterio, pero supongo que ahora que conoces mi nombre, soy todo tuyo, Emma—Dijo Ian con esa odiosa sonrisa que lo caracteriza.
—¿Te parece gracioso, Ian? —le lancé una mirada desafiante, pero mis mejillas ardían por dentro. Juraría haber visto esa mirada antes en algún sitio, esa mirada del color del mar...Juro que voy a descubrir a qué se dedica en su tiempo libre, si se va de fiesta o mata gente. Porque hay una gran diferencia entre ambas ¡Emma en qué estás pensando, ya has tenido suficiente estos últimos años!
—No tanto como tú, Emma —respondió él con una sonrisa pícara que me dejó sin palabras.
Sophie y Thomas parecían llevarse muy bien, intercambiando risas y gestos cómplices, mientras que Harry se mantenía más reservado, observando la escena con curiosidad.
El ambiente se llenó de risas y el sonido de las fichas golpeando el futbolín, pero mi atención estaba totalmente centrada en Ian. No sabía qué era lo que me atraía tanto de él, pero tenía la sensación de que ese encuentro marcaría el inicio de algo especial.
El juego continuó con un aire de tensión palpable entre Ian y yo. Cada vez que nuestras manos se rozaban al mover las manijas del futbolín, sentía un cosquilleo que recorría todo mi cuerpo. Mis amigas no tardaron en notar la atmósfera cargada que se había creado.
—¿Emma, estás bien? —me susurró Sophie en un momento de descanso entre partido y partido.
—Sí, claro, todo bien —respondí tratando de mantener la compostura, pero sabía que mis mejillas estaban ardiendo.
Clarise, la astuta del grupo, observaba la escena con una sonrisa traviesa en los labios. Conocía todos los detalles de mis enamoramientos anteriores y sabía exactamente cuándo algo me afectaba de esa manera.
—Emma, creo que tienes una mancha en la mejilla —dijo con malicia, acercándose para hacerme cosquillas.
—¡Hey, eso no es justo! —protesté entre risas, intentando esquivar sus dedos.
Mientras tanto, Ian y yo continuábamos con nuestro duelo silencioso en el futbolín. Cada vez que nuestras miradas se encontraban, parecía que el tiempo se detenía por un instante. Había una complicidad inexplicable entre nosotros, como si nos entendieran sin necesidad de palabras.
—Emma, ¿no crees que estás siendo un poco dura con Ian? —me susurró Carol en un momento de pausa, mientras Ian se acercaba para recoger una ficha que se había caído al suelo.
—No sé de qué estás hablando, Carol. Estoy como siempre —respondí tratando de mantener la calma, aunque en el fondo sabía que tenía razón.
La verdad era que Ian me había dejado desconcertada desde el primer momento en que lo vi. Su presencia magnética y su encanto innegable me tenían completamente cautivada, pero al mismo tiempo me sentía intimidada por él. Era como si su sola presencia fuera capaz de desestabilizar todo lo que creía saber sobre mí misma.
El juego llegó a su fin con una victoria por parte de nuestro equipo, pero la tensión entre Ian y yo seguía flotando en el aire como una nube de electricidad estática. No sabía qué significaba todo eso, pero estaba segura de que ese encuentro cambiaría mi vida de alguna manera.
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Entre Sombras y Susurros de Amor
RomanceEmma e Ian se sumergen en una historia llena de luces y sombras. Con su pasado sobre sus hombros. Ella ama con todo su ser, él no sabe qué es el amor. En un mundo donde las amistades y algo más se forjan en medio de desafíos y secretos, Emma e Ian s...