Capítulo 35: Caminos entrelazados

7 2 0
                                    


Emma Walter


La luz matutina entra por las ventanas del pasillo, iluminando los cuadros descoloridos que cuelgan de las paredes. El sonido de las conversaciones y los pasos de los estudiantes me rodea, creando un murmullo constante mientras camino hacia mi próxima clase.

 Es un día como cualquier otro, o al menos debería serlo, pero en el fondo siento una inquietud que no consigo sacudirme. Mis pensamientos están dispersos, recordando cómo todo cambió tan rápidamente en las últimas semanas. 

De repente, siento unos brazos rodeándome por la cintura, tirando de mí suavemente hacia atrás. Una sonrisa se me escapa antes de que pueda evitarlo, y giro la cabeza para encontrarme con los ojos de Ian, esos ojos azules que tanto me han costado olvidar y que, ahora, no quiero dejar de mirar.

—¿Sabes lo mucho que me gusta verte sonreír así? —me susurra al oído, con esa voz que me derrite cada vez y hace que se me pongan los bellos de punta. Río suavemente, dejando que el calor de su abrazo me envuelva por completo. Hay algo tan reconfortante en este momento, tan natural, que por un instante, olvido todo lo demás.

—Nos van a pillar si sigues así, no vamos a poder parar si sigues. —le digo, medio en broma, medio en serio. Aunque, en el fondo, sé que no me importa tanto como debería.

—No me importa —responde Ian, girándome para mirarme de frente—. Solo quiero estar contigo. Sus palabras son sinceras, llenas de una determinación que hace que mi corazón se acelere.

 No puedo evitarlo; me acerco más y nuestros labios se encuentran en un beso suave, lento al principio, pero que rápidamente se convierte en algo más profundo. El mundo a nuestro alrededor se desvanece, y solo existimos nosotros dos, en este pequeño rincón del pasillo. Profundizo el beso y me pego aún más a Ian haciendo que este abra los ojos de sorpresa y sonría al respecto ya que yo no solía llevar la iniciativa, pero necesitaba más. 

El sonido de alguien aclarando la garganta señalando su taquilla nos hace separarnos abruptamente, y miro a mi alrededor con las mejillas encendidas. Un par de estudiantes nos miran de reojo, algunos con una sonrisa divertida, otros con evidente incomodidad. Me echo a reír, e Ian se une a mí, encogiéndose de hombros como si no le importara en absoluto.

—Te lo dije —murmuro entre risas, pero la calidez en mi pecho persiste. No puedo evitar sentirme feliz, genuinamente feliz, como si todas las piezas finalmente estuvieran cayendo en su lugar.

—Mira quien habla, la que hace poco había perdido la cordura. — A lo que respondí con un codazo amistoso, pero no podía evitar sentir lo acalorado que tenía el rostro.

—Llamando al semáforo Emma. 

—De verdad que eres tonto eh. ¿Cuándo vas a dejar esa broma? ¿Has pensado en innovar un poco?

—Tú no te has visto la cara. —Dijo Ian riéndose a carcajadas, hacía tiempo que no lo veía reírse de esa forma. Me alegraba tanto...

Tomados de la mano, nos dirigimos hacia la zona donde suelen reunirse nuestros amigos. Desde lejos, puedo ver a Thomas y Sophie charlando cerca de una banca o más bien comiéndose la boca, mientras Carol y Clarise  se ríen de algo. 

Me pregunto de qué estarán hablando, pero una parte de mí no puede evitar sentirse un poco nerviosa. No he hablado mucho con ellas desde que Ian y yo nos reconciliamos, y no estoy segura de cómo lo tomarán. 

—Vaya, vaya... —la voz de Carol corta el aire cuando nos acercamos—. ¿Así que se han reconciliado? Después de lo que pasó, me sorprende que puedas confiar en él de nuevo, Emma. —Sus palabras son como un balde de agua fría, y de repente, la felicidad que sentía se disipa.

Entre Sombras y Susurros de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora