Capítulo 9:Estudio y Risas

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Había invitado a Ian a mi casa para ayudarle con Álgebra. Después de intercambiar números, quedamos en encontrarnos en la tarde. Mientras esperaba su llegada, me preparé mentalmente para la tarde de estudio que nos esperaba.

Cuando Ian finalmente llegó, lo saludé con una sonrisa nerviosa y lo invité a entrar. Nos dirigimos al área de estudio, donde tenía preparadas algunas guías de álgebra y un poco de picoteo para pasar la tarde. Kai por otro lado no paraba de gruñirle y ladrarle, vaya impresión que vamos a darle a Ian. Aunque lo mismo Kai me esta avisando de que no ha sido buena idea, quien sabrá. 

—Sabes que si no le caes bien al perro es una muy mala señal ¿no?—Dije tratando de romper el hielo.

—También dicen que los perros se parecen a los dueños, tu eres igual de cascarrabias.—Suspire hondo al no saber qué responder al respecto y seguimos andando por los pasillos de la casa.

Ian parecía sorprendido al ver lo vacía y silenciosa que estaba mi casa a excepción de los gruñidos de Kai, pequeño pero matón . 

—¿Vives aquí sola?—, preguntó, con una mezcla de curiosidad y asombro en su voz mientras intentaba calmar a Kai y jugar con él. Le expliqué que mis padres viajaban mucho por trabajo, dejándome sola en casa la mayor parte del tiempo. La verdad es que mi casa es demasiado grande para estar una aquí sola. Bueno al menos ahora tengo a Kai quien me alegra siempre el día.

Parece que a Kai le ha caído finalmente bien Ian porque no se separa de su lado, maldito traidor.  Supongo que si él da el visto bueno yo también debería.

Nos sentamos frente a los libros y los apuntes, y comenzamos a repasar los conceptos de álgebra. Ian admitió que la materia no era lo suyo, pero me sorprendió descubrir que tenía un talento innato para el dibujo. Mientras repasábamos ecuaciones y gráficos, Ian garabateaba en un cuaderno, creando impresionantes bocetos con apenas unos pocos trazos. Definitivamente se ha equivocado de carrera, no veo a muchos ingenieros industriales malos en mates y buenos para el dibujo.

A medida que avanzábamos en el estudio, me di cuenta de lo frustrado que se sentía Ian con la materia. A veces, perdía la concentración y se distraía fácilmente con cualquier cosa.

—¡Ian, presta atención!—, le regañaba de vez en cuando, cuando lo pillaba mirando distraído por la ventana.

A pesar de las dificultades, encontramos momentos para reírnos y hacer bromas. Ian tenía un sentido del humor contagioso que hacía que incluso los momentos de estudio más difíciles parecieran más ligeros.

Ian y yo nos sumergimos en el caos de los libros y las fórmulas matemáticas en mi sala de estar, rodeados por el silencio que parecía resonar aún más en la vacía casa. Mientras revisábamos los apuntes, no pude evitar recordar el encuentro con Katie y sentir la necesidad de compartirlo con Ian.

—¿Sabes? Me encontré con Katie el otro día—, mencioné casualmente, observando la reacción de Ian.

La expresión de Ian se tensó ligeramente, pero luego asintió, esperando a que continuara.

—Así que eres tú la afortunada que se topó con mi hermana—, comentó con una sonrisa irónica, aunque sus ojos reflejaban una mezcla de preocupación y curiosidad.

—Sí, fue un encuentro un poco inesperado.(Para nada estaba yo buscando a Ian como una tremenda loca),  Katie mencionó lo mucho que te aprecia y lo difícil que es para ti sacarla adelante—, compartí, esperando no haber tocado un tema delicado y con la esperanza de obtener más información sobre el chico misterioso.

Ian bajó la mirada por un momento, como si estuviera luchando con sus emociones. —Katie es mi todo. Haría cualquier cosa por ella—, admitió finalmente, su voz cargada de emoción.

—Se nota que te quiere mucho. Me dijo que se da cuenta de todo el esfuerzo que haces por ella—, le aseguré, tratando de transmitirle un poco de consuelo.

Ian levantó la mirada hacia mí, sus ojos mostrando una gratitud sincera. —Gracias por decírmelo. A veces es difícil, pero saber que Katie lo valora hace que todo valga la pena—, confesó, una sonrisa suave curvando sus labios.

Asentí con simpatía, reconociendo el amor incondicional que Ian sentía por su hermana.—Eres un hermano increíble, Ian. Estoy segura de que Katie lo sabe y lo aprecia mucho—, le aseguré, sintiéndome agradecida por haber tenido la oportunidad de conocer un lado más vulnerable de Ian.

—Por cierto parece que al perro gruñón no le caigo tan mal, ¿eso significa que la dueña debe dar el visto bueno no?—Dijo acariciando a Kai quien estaba dormido en sus brazos.

—Bueno, si Kai lo dice...Pero deja de hacer dibujitos que pareces un niño pequeño y ponte a estudiar.

—Vale, mamá. —Me dijo en tono de broma por lo que no pude evitar sonreírle.

Entre risas y bromas, nos sumergimos en el mundo del álgebra, cada vez más cómodos el uno con el otro. A medida que pasaban las horas, me di cuenta de lo bien que nos estábamos llevando y de lo mucho que disfrutaba de su compañía.

 Mientras continuábamos intentando estudiar, no pude evitar notar la expresión de frustración en el rostro de Ian cuando intentaba resolver un problema.

—¡Vamos, Ian! ¿Dónde están tus habilidades con los números? Estoy empezando a pensar que deberías dejar que yo maneje las finanzas cuando seamos viejos y arrugados—, bromeé, tratando de aligerar el ambiente.

Ian levantó la vista de su libro, sus ojos azules brillando con diversión. —Oh, ¿así que ya estás planeando nuestro futuro juntos? No puedo decir que me disguste la idea, a ti también te parece buena idea ¿verdad Kai?—, respondió con una sonrisa traviesa, haciéndome sonrojar ante su comentario.

Rodé los ojos, intentando disimular mi sonrisa. —Vamos, deja de distraerte y concéntrate. Necesitas aprobar este examen—, le recordé, volviendo mi atención al problema en mi propio libro.

—Lo sé, lo sé. Pero no puedo evitar preguntarme cómo sería nuestro futuro como viejos y arrugados. Seguro que sería divertido—, comentó Ian, haciendo un gesto dramático de reflexión.

—No te emociones demasiado, aún tenemos que resolver este problema antes de que podamos planificar nuestra jubilación—, le recordé, señalando el ejercicio que estábamos intentando resolver.

Ian suspiró, volviendo su atención al libro con determinación. —Tienes razón. Vamos a resolver esto y luego podemos volver a fantasear sobre nuestra vida juntos—, aceptó, con una chispa de determinación y picardía en su mirada.

Nos sumergimos de nuevo en el estudio, pero esta vez con un ambiente más ligero y relajado. Entre risas y comentarios divertidos, logramos avanzar en los problemas, incluso cuando las respuestas parecían esquivarnos.

Al final de la noche, cuando finalmente resolvimos el último problema, nos miramos el uno al otro con una sensación de logro compartido. A pesar del estrés de los exámenes y las presiones de la vida universitaria, había encontrado un momento de tranquilidad y felicidad en la compañía de Ian.

Cuando finalmente terminamos de estudiar, nos despedimos con una sensación de satisfacción por el trabajo bien hecho y una conexión que parecía crecer con cada encuentro. Mientras cerraba la puerta detrás de Ian, no pude evitar sonreír ante la idea de futuros encuentros llenos de estudio y risas. Aunque pensándolo bien creo que me será difícil pensar en él como solo un amigo.

Entre Sombras y Susurros de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora