Capítulo 32: Un pequeño esfuerzo.

6 2 0
                                    


Emma Walter


El aroma del café recién hecho y los panqueques dorándose en la sartén llenaba la cocina, creando una atmósfera acogedora y familiar. Mientras ayudaba a mi abuela Ginevra a preparar el desayuno, no podía evitar sentir una inquietud creciente. Había algo en el aire, algo en su mirada, que me decía que estaba preocupada por algo.

—Emma, querida, ¿puedo preguntarte algo sobre Ian? —comenzó Ginevra, su tono era serio, casi solemne, algo inusual para nuestras mañanas tranquilas. Sentí un ligero nudo en el estómago.

 —Claro, abuela. ¿Qué quieres saber?—Ginevra se detuvo un momento, mirándome con sus ojos sabios y penetrantes. —¿Cuál es el apellido de Ian?—La pregunta me tomó por sorpresa. No entendía a dónde quería llegar con eso.

 —Miller. ¿Por qué lo preguntas? —intenté mantener mi voz calmada, pero la curiosidad y la preocupación eran evidentes. Mi abuela frunció el ceño ligeramente, como si estuviera intentando encajar las piezas de un rompecabezas complicado. —¿Sabes si su familia tiene alguna empresa llamada AutosMiller?—Un escalofrío recorrió mi espalda. Pensé que Ian había conseguido ganarse a mi abuela, pero ahora parecía que Ginevra había detectado algo.

 —Sí, creo que sí. Pero, ¿por qué preguntas?—La expresión de Ginevra se suavizó, aunque sus ojos seguían siendo un misterio. 

—No es nada importante, querida. Solo una curiosidad. —intentó restarle importancia, pero yo sabía que había más detrás de sus palabras, siempre lo había. No estaba convencida, pero decidí no presionar más. Mi abuela era muy inteligente, y si ella consideraba que no era el momento adecuado para hablar, debía haber una buena razón.


Más tarde, ese mismo día, recibí una llamada de Ian. Su voz sonaba emocionada, pero también noté un toque de nerviosismo en ella.—Emma, quiero invitarte a algo esta noche. —dijo, haciendo una pausa antes de continuar. —Es una pelea... una pelea en el local. Me quedé en silencio por un momento, asimilando sus palabras. —¿Una pelea ilegal?, vaya que romántico. —mi tono era una mezcla de sorpresa y preocupación. Ian suspiró, y pude imaginarlo pasando una mano por su cabello, un gesto típico cuando estaba nervioso. —Sé que te debo todavía una buena cita pero quiero que confíes en mí, Emma. Yo nunca quisiera ponerte en peligro, pero...

—Ian que era broma, respira. Si ya he estado alguna vez. Solo es que no me gusta ver como te pegan y cuando tuve que acompañarte a la enfermería porque casi te desmayas, me asusté demasiado.

—Entiendo pero no tienes que preocuparte por mi, cuando tú estás peleo mejor. Además, Thomas y Sophie también van a ir.

 Reflexioné por un momento. La idea de una pelea ilegal me inquietaba, pero la sinceridad en la voz de Ian me hizo decidir. —Está bien, iré. Pero espero que sepas lo que estás haciendo. Más te vale que el otro quede peor que tú.

—Lo sé, Emma. Confía en mí. —respondió Ian, y pude escuchar el alivio en su voz.


IAN MILLER


EN EL LOCAL DE PELEAS ILEGALES

El ambiente en el lugar de la pelea era eléctrico. Las luces eran bajas y el ruido de la multitud era ensordecedor. Podía sentir la adrenalina bombeando en mis venas mientras me preparaba para entrar al ring. Desde un rincón seguro, podía ver a Emma, Thomas y Sophie observándome. Gracias a ellos me sentía mucho mejor. Emma parecía preocupada, pero también curiosa.

La pelea fue intensa. Cada golpe, cada esquiva, era una lucha por demostrarme a mí mismo y a Emma que podía ser alguien en quien confiar. Finalmente, salí victorioso, y los vítores de la multitud me hicieron sentir invencible, aunque solo fuera por un momento. 

Entre Sombras y Susurros de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora