Capítulo 40: ¡¿Xander?!

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Emma Walter

Cuando Ian me dejó en casa después del gimnasio, el agobio y estrés de Ian se podía sentir a kilómetros de distancia. Había sido una tarde intensa, y aunque la clase de defensa personal debería habernos acercado más, él había reaccionado mal, hablándome de una manera que no me esperaba. Sin embargo, me sorprendió que fuera él quien se disculpara primero. Y es que aunque es verdad que me trajo un recuerdo muy amargo, yo también reaccioné bastante mal.

 Después de aparcar su moto, subió conmigo a casa para saludar a las chicas, como siempre, cortés y amable y disculparse ya que tenía un asunto que debía atender, antes de que las chicas le dieran más charla y acabase llegando tarde a dónde sea que va. Mientras charlábamos en la entrada para despedirnos, sus ojos se posaron en una pintura nueva que colgaba en el salón. Parecía hipnotizado, su rostro se endureció por un segundo, como si esa obra de arte le recordara algo importante.

—¿Te gusta? —le pregunté, rompiendo el incómodo silencio.Ian no dejó de mirar el cuadro mientras respondía, algo distante.

—Me recuerda a los cuadros que solía pintar mi madre. El estilo, los colores... es muy parecido.

Mi corazón dio un vuelco al escuchar eso. Sabía lo complicado que era para Ian hablar de su madre, de su familia en general. No es que su madre estuviera muerta ni nada por el estilo pero si es cierto que lo abandonó a él y a Kate cuando aún eran muy pequeños, haciendo que Ian tuviera que llevar una carga que no le correspondía para nada a un niño de su edad. Parece que Ian sigue guardando algo de rencor por su madre por tomar una decisión, según él, demasiado egoísta. Sin embargo, intenté aligerar el momento.

—Oh, es solo una pintura que mi abuela Ginevra trajo a casa hace poco. Le encanta el arte, ya sabes. No creo que tenga mucho significado, solo algo bonito para adornar.

Ian asintió, como si intentara quitarse ese pensamiento de la cabeza. No quise presionarlo más, así que dejé que se marchara tras despedirse de las chicas. Pero antes de que lo hiciera, me tomó de la mano y me llevó más lejos del salón y más hacia la entrada, lejos de oídos curiosos.

—Emma... —susurró, con esa voz grave que siempre me hacía querer abrazarlo—. Quería disculparme de nuevo por cómo me comporté hoy. Fui un completo idiota en el gimnasio. No debí hablarte así, no tenía derecho a traerte malos recuerdos.

Lo miré a los ojos y sonreí. Verlo así, vulnerable y arrepentido, me hacía querer reconfortarlo más. Realmente me daba miedo perderlo un día, ¿Qué podría hacer yo para ayudarle a salir de esa vida? Puse mi mano en su mejilla y lo tranquilicé.

—Ian, no es nada. De verdad, deja de machacarte por esa tontería. Sé que no va a volver a pasar, y sé que no lo hiciste a propósito. No me importa. —Me acerqué para darle un beso suave, con la esperanza de que eso lo calmara

—No, sí que importa, Emma. No te merezco. Soy un tipo horrible, y todavía hay muchas cosas que no sabes sobre mi. Cosas que cuando las sepas no vas a poder mirarme a la cara.

—Eres una buena persona, Ian. Eso es todo lo que sé con solo mirarte, y también sé que cuando estés listo para contarme te daré una buena torta pero por no haberme contado antes.

—Eres demasiado buena conmigo Emma.

—Y tú demasiado ignorante y estúpido si no sabes ya que te quiero tal y como eres.—Dije, recibiendo un abrazo lleno de sentimientos en respuesta. 

—Gracias.

Nos quedamos así unos segundos, disfrutando de la cercanía. Luego, con una sonrisa, me despedí de él, deseándole suerte con lo que fuera que tuviera que hacer y este se marchó con prisa y visiblemente agobiado. Espero con todo mi corazón que no sea nada grave y que salga lo que tenga que salir, bien. Él no merece todos los problemas que tiene y lo peor de todo es que seguro tiene incluso más que no me habrá contado para no preocuparme.

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⏰ Última actualización: Oct 11 ⏰

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Entre Sombras y Susurros de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora