Capítulo 7: Jugadas del Corazón

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Emma

Ya había pasado una semana y no había rastros de Ian. Sinceramente no podía sacármelo de la cabeza desde aquel día. Pero bueno hoy era día de futbolín obviamente, los martes teníamos una hora libre que usábamos para ir a la cafetería y para jugar.

—Qué te pasa últimamente, Emma? —Dice Sophie

—A mi? Nada. Ahora vamos a por esas tostadas —Dije decida, paso por completo de Ian, me trató fatal el otro día y encima según Kate, Ian va por ahí acostándose con cualquiera o al menos así sonó en mi cabeza. No se va creer que yo soy una de esas, ni loca.

—Así se habla.

Tras unos intercambios de chismes más bien variados. Desde los planes de Sophie para poner celoso a Thomas hasta las travesuras de los hermanos de Carol. Finalmente decidimos ir a por nuestro futbolín de mesa al que solo le falta ponerle nuestro nombre. Y mientras jugamos seguimos hablando y riéndonos como de costumbre. No las conoceré de hace mucho pero me hacen olvidarme de todos mis problemas, me hacen sentirme verdaderamente feliz.

—Por cierto hace unos días vi a Ian comprando cerveza en una tienda.

-¡¿Qué viste a quien?!

- ¿Y cuando pensabas contarnos este pedazo de chisme Emma?

-Yo mmm lo seguí...

-¿Que seguiste a Ian? Goool, toma ya. Y así Sophie nos marca gol como la que no quiere la cosa.

Entonces recordándome a la primera vez que lo vi, se ve un grupo de tres chicos acercándose y riéndose. Y ahí estaba él, viniendo a reclamar el que también era su futbolín.

—Pues el chisme tristemente tendrá que esperar—Dice Clarise, con un tono de tristeza señalando con la mirada la los tres chicos.

—¡Hey! que de tiempo. —Exclama Thomas. 

—Queréis jugar un torneo, como la primera vez. Dice Ian quien apareció tan normal con un brazo escayolado.

Yo no le dirijo la mirada, estoy enfadada por la última vez y no pienso ponérselo tan fácil.

Él se pone de pareja con Sophie como de costumbre y yo con Carol. Y no no pienso dejarme ganar, nunca lo hago pero esta vez menos, no después de lo borde que fue conmigo.

La tensión era palpable mientras nos enfrentábamos en el futbolín. Ian y yo apenas nos dirigíamos la palabra, concentrados en el juego pero con una tensión latente entre nosotros. Me negaba a cederle la victoria fácilmente, decidida a demostrar que podía ganarle incluso en circunstancias incómodas como estas.

El sonido de las fichas chocando contra la madera llenaba el aire, mezclándose con las risas y los comentarios de los demás. Pero para mí, todo parecía distante, como si estuviera atrapada en una burbuja con Ian.

Cada gol que marcábamos era una pequeña victoria personal, pero no podía evitar sentir que cada uno de mis ataques estaba dirigido hacia él de alguna manera. La tensión entre nosotros era casi palpable, y aunque trataba de concentrarme en el juego, mi mente no podía evitar divagar hacia Ian y aquel encuentro en el callejón.

De repente, un comentario de Sophie me sacó de mi ensimismamiento, recordándome que estábamos jugando un simple partido de futbolín. Pero la presencia de Ian a mi lado aún me desconcertaba, y no podía evitar sentir una mezcla de enojo y curiosidad hacia él.

—¿Oye podéis dejar de mataros con la mirada?. Me estáis poniendo nerviosa, esto parece una final del mundial en vez de una simple partida de futbolín. ¿Qué os pasa?

—¡No pasa nada! —Exclamamos al unísono Ian y yo. Por un momento nos miramos mutuamente sorprendidos y a la vez avergonzados. Pero pasamos de mirarnos a los ojos a mirarnos los labios lentamente. Por un momento sentí que no me encontraba allí, sentí que no había nadie a mi alrededor.

—Oye cuando queráis, podéis comeros la boca pero a poder ser que sea en un sitio un poco más privado.—Dijo Sophie haciendo que Thomas y Harry se mofaran de Ian.

—Cállate Sophie. —Dijimos de nuevo los dos. Esto no puede estar pasando, parecía de película por un momento. Por lo que después de mirarnos con sorpresa empezamos los dos reírnos mientras Sophie gruñía insatisfecha por nuestra reacción como si fuera evidente que hay una conexión entre nosotros y quisiera que llegáramos a algo más. Pero me da a mi que eso no va a pasar nunca

El juego continuaba, y a pesar de mis esfuerzos por mantenerme concentrada, mi mente seguía divagando hacia Ian. ¿Por qué me había contestado así aquel día en el callejón? ¿Por qué siento que a veces me busca y otras veces me odia? Las preguntas revoloteaban en mi cabeza, pero no sabía si quería encontrar las respuestas.

Finalmente, el partido llegó a su fin con una victoria ajustada para nuestro equipo. Mientras nos alejábamos del futbolín, sentí un nudo en el estómago al darme cuenta de que tendría que enfrentarme a Ian de nuevo en algún momento. No podía ignorarlo por más tiempo.

Sin embargo, por ahora, decidí dejar esas preguntas sin respuesta y centrarme en disfrutar el momento con mis amigas. Aunque la presencia de Ian seguía pesando en mi mente, sabía que tenía que dejar de darle vueltas al asunto y simplemente seguir adelante. Tal vez, algún día, encontraría las respuestas que estaba buscando.

Entre Sombras y Susurros de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora