Emma Walter
Sophie, mi mejor amiga, se quedó a dormir anoche. Pasamos la noche viendo películas y comiendo helado, intentando distraerme del dolor que sentía al descubrir la doble vida de Ian. Pero incluso entre risas y helado, el peso de su traición estaba siempre presente en el fondo de mi mente.
La mañana estaba aún joven cuando escuché el timbre de la puerta. —Voy yo, —murmuró Sophie, levantándose del sofá y dirigiéndose a la puerta. Al abrir, la familiar silueta de Thomas apareció en el umbral. —Buenos días, chicas, —dijo Thomas, con una sonrisa que no lograba esconder del todo su preocupación.
—Hola, Thomas, —respondió Sophie, devolviéndole la sonrisa. Y dándole un beso que un poco más y le saca la lengua. —Estábamos por prepararnos para ir a la universidad.—Le dijo Sophie tras separarse de Thomas con una sonrisa.
—Antes de irnos, ¿puedo hablar a solas con Emma? —preguntó Thomas, sus ojos buscando los míos. Asentí, un poco nerviosa por la seriedad en su voz.—Claro, —dijo Sophie, —Voy a ir preparando nuestras cosas.
Thomas y yo nos dirigimos a mi habitación. Me senté en la cama, intentando preparar mis pensamientos, mientras Thomas cerraba la puerta tras de sí.—Emma, —comenzó Thomas, sentándose a mi lado. —Quiero saber qué pasó exactamente con Ian.
Suspiré, tratando de encontrar las palabras adecuadas. —Thomas, es complicado, —dije, intentando evadir su mirada. —No quiero que te preocupes más de lo necesario. Son cosas que pasan, además Ian y yo siempre nos enfadamos por tonterías.
—Emma, no me mientas, —interrumpió Thomas, su voz suave pero firme. —Conozco a Ian como la palma de mi mano, sé que sabes sobre la mafia e Ian. Pero si está metido en algo grande, necesito saberlo.
—Está metido en cosas peligrosas, Thomas, —admití finalmente con un suspiro, mis ojos llenándose de lágrimas. —Me duele más el hecho de que tuve que descubrirlo por mi cuenta y que me haya mentido todo este tiempo.
Thomas me tomó de la mano, su expresión suavizándose.—Lo entiendo, Emma. Estoy enfadado con Ian también, pero tienes que comprender que para él es muy difícil expresarse. Ahora te toca decidir si quieres aceptarlo tal y como es o no.
—No sé si puedo, Thomas, —dije, mi voz temblando. —Me siento tan tonta por no haberme dado cuenta que lleva todo este tiempo mintiéndome. Yo creía que...
Thomas me abrazó, y por un momento, me dejé consolar por su presencia. —Todo va a estar bien, —murmuró mientras me daba un abrazo. —Vamos a pasar este día todos juntos con las chicas. Y mañana, si te sientes lista, puedes hablar con Ian. Hazme caso que por la cara que tenía ayer, no puede estar más arrepentido, lo conozco como si lo hubiera parido.
Nos dirigimos a la universidad, y me sentí un poco mejor con cada paso. Thomas, Sophie y yo nos encontramos con Clarise, Rose y Carol en el campus. Todas me rodearon con palabras de apoyo y promesas de estar siempre ahí para mí.
—No puedo creer lo que Ian te ha hecho, —dijo Clarise, frunciendo el ceño. —Lo odio por esto. Es repugnante.—Sí, —añadió Rose, —¿Quién se cree que es?
Me dolía escuchar sus comentarios, pero no podía culparlas. Ellas no sabían la historia completa, y yo había prometido no revelar la doble vida de Ian a nadie. Pasamos el día entre risas y clases, Thomas lanzando comentarios sarcásticos sobre lo bien que se sentía estar rodeado de chicas a lo que Sophie obviamente respondió con un buen golpe.
—¿Cómo soportas toda esta energía femenina, Thomas? —preguntó Sophie, dándole un golpe en el brazo de broma.—Es un sacrificio, pero alguien tiene que hacerlo, —respondió él, fingiendo resignación.
Durante el almuerzo, nos entretuvimos con chismes del campus. —¿Han oído lo último sobre Jane? —dijo Carol, con una sonrisa traviesa. —Intentó besar a Xander y él se apartó. ¡Le hizo la cobra en frente de todos!
—¡No puede ser! —exclamó Sophie, riendo. —Esa chica no tiene vergüenza.
Al final del día, Thomas nos llevó de vuelta a casa. Al llegar, Sophie y Thomas subieron conmigo para recoger sus cosas. Justo cuando entrábamos, escuchamos un ruido en la casa. Thomas inmediatamente sacó una navaja de su bolsillo, haciéndonos señas para que nos quedáramos detrás de él.—Thomas, ¿Qué haces con eso? —susurró Sophie, asustada.
—Por si las moscas.—Dijo Thomas haciéndonos señas para que comenzáramos a avanzar detrás suya. — Primera lección, Emma. Si te relacionas con Ian siempre hay que ir preparado .—Dijo, avanzando con cautela. Las palabras de Thomas no hicieron más que aumentar mis nervios, ¿de verdad mi vida correría peligro si estoy con Ian?, ¿estoy verdaderamente dispuesta a asumir ese riesgo?. Tragué saliva y decidí dejar ese tipo de preocupaciones para más tarde y seguir a Thomas y Sophie quienes me habían dejado un poco atrás. Nos dirigimos hacia el sonido, preparados para enfrentarnos a cualquier intruso.
Pero al llegar al salón, nos encontramos con una sorpresa inesperada.—¡Abuela Ginevra! —exclamé, viendo a mi abuela en la cocina.
—¡Mi niña! Que mayor que guapa, eres toda una mujer. —Dijo haciendo que Thomas aliviado guarde de nuevo su navaja en el bolsillo.
—Tampoco es para tanto abuela.
—¿Quién es este joven tan guapo? —preguntó Ginevra, mirándonos con una sonrisa traviesa. —No sabía que tenías novio, Emma. ¿Usareis protección, no? porque aunque te haya dicho que eres toda una mujer tienes mucha vida por delante. Tu padre ni la charlita ha sido capaz de darte seguro, con tanto viaje.—Dijo pasando de alegría a enfado. Y es que no había cambiado nada, mi abuela siempre ha hablado por los codos.
—Por favor abuela para. No, no es mi novio, —dije, riendo. —Es Thomas, un buen amigo.
—Yo no soy, pero hay alguien más, —dijo Thomas con una sonrisa, guiñándome un ojo. Haciendo que yo le mirara con ganas de querer matarlo.
—Es una larga historia, abuela, —dije, rodando los ojos.—¡Anda!, ¿Problemas con un chico? Que venga aquí que lo pongo yo derechito, —dijo Ginevra, levantando una ceja con determinación. Todos nos reímos.
—Necesitamos ponernos al día, —dije con emoción. —¿Cómo es que estás aquí?
—Vine a verte, querida. Pero primero, nadie se va de mi casa sin comer. Tengo una lasaña deliciosa en el horno.—¡Las lasañas de la abuela son las mejores! —dije, sonriendo. Pasamos la noche entre charlas y risas, disfrutando de la deliciosa comida de mi abuela. Por un momento, pude olvidar el dolor y la confusión, rodeada de personas que me querían y apoyaban.
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Entre Sombras y Susurros de Amor
RomansEmma e Ian se sumergen en una historia llena de luces y sombras. Con su pasado sobre sus hombros. Ella ama con todo su ser, él no sabe qué es el amor. En un mundo donde las amistades y algo más se forjan en medio de desafíos y secretos, Emma e Ian s...